En un descubrimiento sin precedentes en Chernobyl que desafía las fronteras de la biología evolutiva y la ecotoxicología, un grupo de investigadores ha arrojado luz sobre una población de lobos mutantes que habitan las tierras aledañas a la zona de exclusión de Chernobyl, el sitio del catastrófico accidente nuclear de 1986. Este estudio revela que estos lobos han desarrollado una notable resistencia al cáncer, desafiando las adversidades de un ambiente impregnado por la radiación nuclear.
La zona de exclusión de Chernobyl, establecida tras el mayor desastre nuclear de la historia, abarca una extensión de 1.000 millas cuadradas, creada en un intento por proteger a la población humana de los efectos nocivos de la radiación liberada durante la explosión. A pesar de los peligros, la fauna ha reclamado este territorio, incluidas manadas de lobos que parecen haber desarrollado una inmunidad natural a las condiciones radiactivas, consideradas letales para los seres humanos.
Lobos casi inmortales de Chernobyl
Cara Love, una destacada bióloga evolutiva y ecotoxicóloga del laboratorio de Shane Campbell-Staton en la Universidad de Princeton, ha liderado esta investigación pionera. Love y su equipo se aventuraron en la zona de exclusión para estudiar directamente a estos lobos, equipándolos con collares GPS y dosímetros de radiación para monitorear su exposición a la radiación y sus movimientos en tiempo real. Además, se recolectaron muestras de sangre para analizar las adaptaciones biológicas de los lobos a su entorno altamente radiactivo.
Los resultados de este estudio, presentados en la Reunión Anual de la Sociedad de Biología Integrativa y Comparada en Seattle, Washington, son asombrosos. Los lobos de Chernobyl han estado expuestos a niveles de radiación diarios de 11,28 milirem, una cantidad seis veces superior al límite considerado seguro para los humanos. Sorprendentemente, el sistema inmunológico de estos lobos difiere significativamente del de sus congéneres de otras regiones del mundo, mostrando similitudes con los sistemas inmunológicos de pacientes humanos sometidos a tratamientos de radiación para el cáncer.
El equipo de Love identificó genomas específicos en los lobos que parecen conferirles resistencia al cáncer, un hallazgo que podría tener implicaciones trascendentales para la medicina humana. Esta investigación sugiere la posibilidad de que la manipulación de mutaciones genéticas en humanos podría potencialmente mejorar nuestra capacidad para combatir el cáncer, especialmente en casos donde mutaciones genéticas específicas, como la BRCA, predisponen a los individuos a la enfermedad.
Además de los lobos, los perros de Chernobyl, descendientes de las mascotas dejadas atrás por los evacuados tras la catástrofe nuclear, también podrían compartir características genéticas similares. Aunque estos caninos no han sido objeto de un estudio tan exhaustivo como los lobos, los indicios sugieren que se han adaptado sorprendentemente bien al entorno postnuclear, posiblemente mejor que otras especies, como las aves, que han exhibido defectos genéticos.
Sus genes para la ciencia
El enfoque en los caninos es particularmente prometedor, ya que se ha demostrado que los perros combaten el cáncer de manera más similar a los humanos que los modelos de laboratorio tradicionales, como las ratas. No obstante, eventos recientes, incluida la pandemia de Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania, han obstaculizado temporalmente la continuación de este importante trabajo de investigación que es muy similar al de hace dos años de los perros mutantes de Chernobyl.
Este estudio no solo proporciona una ventana fascinante a la resiliencia y adaptabilidad de la vida en condiciones extremas, sino que también ofrece esperanza para avances significativos en la comprensión y tratamiento del cáncer en humanos. A medida que los científicos continúan explorando las fronteras de la genética y la ecología, los lobos de Chernobyl se erigen como testigos mudos de la capacidad de la naturaleza para sobrevivir y adaptarse en las circunstancias más adversas.