Una pirámide en los vastos y fríos paisajes de la Antártida, se encuentra una formación montañosa que ha cautivado la imaginación de quienes la han visto desde las alturas. Este pico, que muchos han comparado con una pirámide egipcia debido a su sorprendente forma geométrica, no fue creado por manos humanas ni, como algunos teóricos han sugerido, por una civilización extraterrestre. En lugar de eso, esta «pirámide» natural es el resultado de millones de años de erosión, un proceso lento pero constante que dio forma a su perfil en forma de pirámide, una de las tantas maravillas ocultas en el desierto blanco antártico.
Este misterio geológico según un estudio, que se popularizó en Internet en 2016, es conocido por la comunidad científica desde hace tiempo, aunque los detalles específicos sobre su formación y ubicación exacta no llegaron a un gran público hasta que las fotos de la pirámide comenzaron a circular.
Según Mauri Pelto, un profesor de ciencias ambientales en Nichols College, la base de investigación científica ubicada al sur de esta montaña, en un área llamada Patriot Hills, probablemente ha observado esta formación piramidal desde hace muchos años. La montaña, que se encuentra en la región sur de las montañas Ellsworth, tiene aproximadamente 1.265 metros de altura, lo que la coloca en una escala mucho menor que algunas de las grandes montañas del planeta, como el monte Denali en Norteamérica.
La pirámide antártica está situada en una cadena montañosa que fue avistada por primera vez en 1935 durante un vuelo del aviador estadounidense Lincoln Ellsworth.
La explicación de esta pirámide parece real, pero científicos afirman que no es posible de esa manera
Desde entonces, la región ha sido conocida por su geografía única, que incluye fósiles de trilobites y otras especies que datan de hace más de 500 millones de años, lo que le da un trasfondo geológico fascinante y una enorme importancia científica. El proceso que esculpió esta formación piramidal tiene que ver con una compleja interacción de factores naturales. Las laderas empinadas de la montaña parecen haber sido esculpidas por la erosión de congelación y descongelación, un fenómeno en el que el agua de la nieve y la lluvia entra en pequeñas grietas en la roca, y luego, al congelarse por la noche, expande las grietas, lo que lleva a que grandes fragmentos de roca se desprendan con el tiempo.

El proceso que creó la pirámide de la Antártida es similar al que dio forma a otras montañas piramidales famosas, como el Cervino en los Alpes suizos. En este caso, tres de las caras de la pirámide antártica parecen haber experimentado un proceso de erosión relativamente similar, mientras que la cuarta cara, ubicada en la cresta oriental de la montaña, se formó de manera diferente, según Pelto. Esto indica que la erosión no fue uniforme en todos los lados de la montaña, lo que contribuyó a la formación de su distintivo perfil de pirámide.
Si bien los científicos han ofrecido explicaciones claras y lógicas sobre cómo esta montaña pudo haberse formado, las imágenes que muestran su figura piramidal han dado lugar a una serie de teorías más especulativas. En 2016, la aparición de la «pirámide» en las redes sociales desató una ola de teorías de conspiración, que sugerían que la forma de la montaña no podría haber sido una casualidad de la naturaleza, sino el vestigio de una antigua civilización olvidada o incluso una construcción de origen extraterrestre.
Sin embargo, figuras prominentes en la comunidad científica, como Eric Rignot, profesor de ciencias del sistema terrestre en la Universidad de California, han sido contundentes en su desmentido de estas teorías. Rignot argumenta que la forma piramidal de esta montaña no es tan única como muchos podrían pensar, ya que muchos picos en la naturaleza exhiben una o dos caras con formas piramidales sin que esto implique intervención humana o alienígena. A lo largo de la historia, los científicos han observado que las montañas, los picos y otras formaciones geológicas pueden adoptar formas sorprendentes debido a las fuerzas naturales que actúan sobre ellas.
La «pirámide» de la Antártida, por lo tanto, no es una anomalía inexplicable, sino más bien un ejemplo impresionante de cómo la naturaleza puede crear formas que se asemejan a estructuras geométricas simples, como una pirámide. Las formas piramidales en la geografía no son raras, y no es imposible que se presenten en diversos entornos, desde las montañas hasta otras formaciones terrestres. Este tipo de picos, que muestran una combinación de faces angulosas y bases relativamente planas, son producto de la erosión constante, un proceso que lleva millones de años en moldear el paisaje terrestre.
Este fenómeno natural ha generado, sin embargo, un gran interés tanto en la comunidad científica como en el público en general, que ha quedado fascinado por la idea de que tal formación pueda haber sido ignorada por tanto tiempo.
A medida que la información sobre la pirámide de la región Antártida se difundió, más investigadores comenzaron a explorar la región, y algunos incluso comenzaron a preguntarse si otras formaciones similares podrían estar ocultas en la vasta extensión de la Antártida, una región aún en gran parte inexplorada. La pirámide se convirtió en un símbolo de cómo, incluso en los lugares más inhóspitos y remotos del planeta, la naturaleza continúa revelando secretos impresionantes.
Además, la montaña piramidal se ha convertido en una metáfora de la complejidad del mundo natural, mostrando cómo las teorías más extraordinarias pueden nacer del simple asombro ante lo que se observa. La «pirámide» de la Antártida es, en última instancia, un recordatorio de que, a pesar de los avances de la ciencia moderna, el planeta sigue siendo un lugar lleno de misterios y maravillas que nos invitan a mirar más allá de nuestras certezas y explorar lo desconocido.
La montaña piramidal de la Antártida, aunque no sea una construcción de antiguas civilizaciones ni un vestigio de tecnología alienígena, sigue siendo un testimonio de la increíble capacidad de la Tierra para sorprendernos. Con el paso de los años, los científicos seguirán observando y estudiando formaciones como esta, desentrañando más sobre los procesos naturales que dan forma a nuestro planeta y profundizando en los secretos que aún guarda.