Necesitamos un abrazo

En los bebés,aunque parezca mentira, la ausencia de contacto físico provoca muerte neuronal en sus cerebros

Hace unos meses escribía en esta misma columna sobre la importancia del apego que proporciona seguridad emocional a los bebés. En aquel momento te comentaba la importancia de ser aceptado y protegido incondicionalmente como elemento de supervivencia. En los bebés,aunque parezca mentira, la ausencia de contacto físico provoca muerte neuronal en sus cerebros, hecho que no sólo sucede en la especie humana sino que es también extrapolable a otras especies animales y que cumple el mismo objetivo.

Ese primer vínculo que generamos va a ser el guion que seguiremos en el resto de relaciones y que iremos implementando a lo largo de nuestra vida. De esa manera vamos caminando a través del mundo de las relaciones personales, camino que se crea a través del contacto y sus beneficios físicos.

En el campo del bienestar y la felicidad se ha estudiado el efecto positivo que nos ocasionan los abrazos y caricias, algo más que evidente durante los primeros años de vida. Se ha demostrado que, sin los gestos de afecto en la infancia, tampoco se producen las suficientes hormonas del crecimiento. Unos estudios desarrollados por la Universidad de Duke (USA) así lo confirman y, consecuentemente, el cerebro de un bebé que no recibe caricias es aproximadamente un 20% más pequeño.

Pero esto no significa que la importancia del contacto físico acabe una vez nos convir-tamos en personas adultas. Es más, las diferentes investigaciones nos plantean que, cuando nos tocan o nos abrazan, aumentan los niveles sanguíneos de oxitocina(u hormona del amor) que afecta más directamente a nuestro ritmo cardíaco y a nuestra tensión arterial. Pero eso no es todo. Además tiene una alta incidencia a nivel cerebral, ya que facilita el que se formen lazos estables entre las personas. Actúa cambiando nuestras conexiones cerebrales y aumentando nuestra confianza.

Todo esto sucede cuando estás dispuesto a dar entre cuatro o seis abrazos diarios o, incluso, poniendo en tu vida abrazos de calidad que, según las investigaciones, duran más de seis segundos. Éstos son auténticos disparadores de esas sustancias que influyen directamente sobre nuestro bienestar y la felicidad: neurotransmisores, hormonas, las endorfinas y, como mencionábamos antes, todo lo relacionado químicamente (literalmente) con el amor.

Pero he de comentarte que, por si fuera poco, estos efectos se han demostrado también en estudios donde se les pedía a las personas que caminaran de la mano o abraza-dos.

Por tanto pon más abrazos en tu vida. Te hará mucho bien. Te hará feliz.

*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez

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