La Virgen de Abona pone fin a la gira por su tierra

Hoy inicia el regreso a la Villa de Arico, de donde partió ayer tras realizar, acompañada por miles de peregrinos, la gran bajada hasta el Porís y la Punta como broche a las fiestas lustrales

Apenas tiene tres ediciones en su corto historial, pero la peregrinación de la Virgen de Abona en el municipio de Arico ya empieza a ser una fecha señalada en el calendario, al menos para buena parte de la población de ese municipio y de otros de la comarca a los que da nombre la pequeña imagen del siglo XVIII que anoche durmió en una de las ermitas más antiguas de Tenerife (1520), la de Nuestra Señora de la Merced, en la Punta de Abona, tras concluir una emotiva procesión, dentro de las fiestas lustrales que este año cumplen su 50 aniversario, que se iniciaron para conmemorar el medio siglo (1966) de la Villa de Arico.

La virgen es patrona del sur de Tenerife y alcaldesa de Arico. La gente mayor cuenta que fue importante punto de peregrinación en su momento, según dicen cobró mucha importancia cuando desapareció la Virgen de Candelaria en el siglo XIX y tiene su fiesta municipal todos los años por estas fechas.

Arico lleva un mes prácticamente en fiesta, con la visita por todos los barrios de su extenso territorio de la virgen, siempre seguida con devoción cristiana y el jolgorio de la gente, que tanto a pie como en carretas o coche han seguido durante todo el recorrido a la imagen.
La penúltima jornada de esta tercera peregrinación y la undécima Bajada de Santa María de Abona comenzó a las ocho de la mañana en Villa de Arico, y aunque estaba previsto que sobre el mediodía llegara al Porís de Abona no fue hasta las tres de la tarde cuando apareció por las calles del pequeño núcleo costero ariquero cuando entró y se congregó un río de gente, se calcula que en torno a cinco mil, quienes tras el recibimiento en El Porís trasladaron posteriormente a la Virgen hasta la pequeña ermita de la Punta de Abona, justo al lado del faro que distingue a esa zona costera de la Isla.

Como los ediciones anteriores, el recorrido romero estuvo marcado por la decoración de los vehículos participantes, engalanados con los mejores elementos de las tradiciones, flores, elementos de labranza y productos de la tierra. Desde las carretas y carrozas se repartió entre los asistentes lo mejor de la gastronomía local.

Pese al calor y fuerte viento reinante, el recorrido resultó placentero, si bien se alargó en exceso por la entrada en El Río, uno de esos muchos puntos de la geografía ariquera que este año se han volcado con la Virgen de Abona, como antes lo fueron Chimiche, Las Vegas, La Cisnera o Villa de Arico o Arico el Viejo, a donde regresará esta tarde después de los distintos actos religiosos previstas para esta mañana, en el último día de una gran peregrinación donde la religiosidad no ha estado reñida con el divertimiento, y que ha contado además con un buen dispositivo de seguridad.

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