Jamal: una historia de esperanza y fútbol sala

Este joven marroquí, que llegó como polizón con solo 13 años, disfruta de su gran pasión gracias a la ONG Nuevo Futuro y al Iberia Toscal FS

“No me lo pensé dos veces: tomé la decisión y no miré atrás”. Cuando Jamal se coló en un barco como polizón junto a su primo, tenía solo 13 años. Dejaba atrás Agadir, su familia y amigos, con la esperanza de un futuro mejor que no llegó. Al menos de inmediato. Aquel niño menudo, sonriente, que pasaba horas y horas jugando a fútbol en las calles de su ciudad, se encontró con la ONG Nuevo Futuro y luego con el Tenerife Iberia Toscal. Gracias a ambos, su historia es un canto a la esperanza.

“No lo pensé. Me dijeron que la vida aquí era mejor, porque la gente te come mucho la cabeza. Todos allí hablaban de Europa, de llegar a España, y me escondí en un barco que me llevó a Lanzarote”, explica con tranquilidad el marroquí, enfundado en el chándal blanquinegro del Iberia, en una de las salas de reunión de la ONG, en pleno centro de Santa Cruz. Con 13 años se atrevió a hacer aquello de lo que todos hablaban, pero pronto se dio de bruces con la cruda realidad: aquella Europa no era lo que le habían contado.
El choque fue tremendo, tanto que Jamal reconoce que se quedó bloqueado, sin saber qué hacer ni a quién recurrir. “Estaba igual que en Agadir, aquello no era mejor”, señala, antes de reconocer que “por supuesto”, en un primer momento se arrepintió de la decisión tomada. Jamal vagaba todo el día, reconoce que en Lanzarote tenía “mucho tiempo sin hacer nada”, pero también jugaba a fútbol con otros niños, imaginando jugadas, llevándolas a cabo de manera anárquica…

Fútbol, fútbol, fútbol…
Su traslado a Tenerife en 2011 le hizo coincidir con Nuevo Futuro, una ONG especializada en el acogimiento y promoción humana y social de niños y jóvenes privados de ambiente familiar normal o que por cualquier circunstancia se encuentran de hecho fuera de una vida familiar organizada, y fue a través de ellos, años más tarde y siendo ya mayor de edad, como le llegó la noticia de que el Tenerife Iberia Toscal buscaba nuevos talentos para sus categorías de base.

“Tenemos un acuerdo de colaboración con Nuevo Futuro”, señala Sergio Aguilar, presidente del Iberia, ya que la intención de su club es tratar de aportar su “granito de arena” en la integración de los jóvenes que tutela la ONG: “Ellos nos comunicaron que querían participar en las jornadas de captación que llevamos a cabo enviando a chicos que se adaptaran a las edades correspondientes; de esa forma fue como pudimos conocer a Jamal”.

El marroquí tuvo “casi más nervios” el día de su prueba con el Iberia que cuando dejó atrás su país, especialmente cuando llegó al pabellón donde se iba a realizar: “Había mucha gente, muchos chicos que querían lo mismo que yo, pero, una vez la hice, me quedé más tranquilo, porque me salió perfecta”.
Tras unos días llegó la llamada del club comunicándole que estaban interesados en su fichaje, que Jamal pasaría a formar parte de su equipo juvenil, provocando en el joven una nueva rutina de vida que, según Alfonso Roque, director de Nuevo Futuro, le ha beneficiado: “Nosotros hemos notado que, después de haber podido participar con el equipo, Jamal ha evolucionado. Es un chico tímido, pero antes se cerraba completamente. A veces usaba la dificultad del idioma para cerrarse un poquito más, pero ahora estamos muy orgullosos del cambio que ha experimentado en el último año. Estamos muy contentos”.

La adaptación
Los comienzos no fueron sencillos. Jamal nunca había jugado a fútbol de manera federada, con una rutina diaria, pero, además, jamás había podido jugar un partido de fútbol sala. “Él es el típico jugador de calle, que busca el regate de manera continua y que pasa muchas horas jugando en las canchas de Pisaca, en el Toscal, pero necesitaba un orden a la hora de entender los conceptos tácticos necesarios para poder jugar en equipo bajo las órdenes de un entrenador”, señala Sergio Aguilar.
Jamal reconoce esas primeras dificultades, algo que fue superando “poco a poco”, gracias a su entrenador y al resto de sus compañeros: “Me costó mucho entenderlo. No aprendía al principio algunas indicaciones, algunos movimientos, porque todo era nuevo para mí. Con el tiempo y el paso de los partidos me fue resultando más sencillo. En eso me ayudaron mucho los entrenadores, sobre todo a la hora de entender las jugadas que preparaban”.

Al principio de temporada, por cuestiones burocráticas, no pudo jugar, algo para lo que tuvo que esperar varios meses: “Fueron dos o tres en los que la Federación tardaba en formalizar mi ficha. Estaba ansioso. El primer partido que jugué fue una sensación muy especial”.

Con 18 años cumplidos su intención es poder llegar al primer equipo del histórico Iberia algo que ya sería “bastante”, pero que cobra un especial significado en su día a día, en el que trabaja para labrarse un futuro mejor, siempre con el fútbol y el balón muy presente: “Vivo en un piso tutelado, con otros compañeros y me formo en la Fundación Ataretaco: entro a las 7.30 y salgo a las 13.30, a las 15.00 entreno unas veces y otras de 20.00 a 21.00. Los fines de semana, además de jugar con mi equipo, sigo jugando con mis amigos en el Toscal. Puedo pasar horas y horas. Me encanta”.

Jugar a fútbol es uno de su sueños, otro es volver a ver a su familia, en Marruecos, a la que hace seis años que no puede abrazar. Pero, lejos de provocar lástima o pena, la de Jamal es una historia de integración, de lucha por un futuro mejor: “Ya no estoy arrepentido de haber venido, hablo con mi familia cada semana, ellos están bien y yo, ahora, también”.

El deporte como vínculo integrador en una nueva sociedad

“El proceso de Jamal ha sido bastante significativo. Los que lo conocían de antes y lo ven ahora valoran mucho ese cambio”, insiste Alfonso Roque, que destaca el grado de responsabilidad alcanzado por el jugador y que tiene que ver, también, con el Tenerife Iberia Toscal.

Roque admite que desde que comenzara a jugar de manera federada, Jamal los valores del deporte a los de Nuevo Futuro: “La disciplina de los entrenamientos, saber que cuenta con un equipo y unos compañeros detrás que lo van a ayudar y que también lo necesitan, es algo que lo ha ayudado a crecer”.
El director de Nuevo Futuro considera que los valores de su ONG y del Iberia “coinciden”, de ahí la colaboración que alcanzaron y que, según el presidente de la entidad deportiva, es solo “un primer paso”, en su objetivo de ser un referente social. “Queremos hacer varias cosas, poner en valor este tipo de iniciativas y focalizar un poco y dar voz a las personas que más lo necesiten. Por nosotros no va a quedar”, recalca Aguilar.

Para alguien con la experiencia de Alfonso Roque, el deporte es un vínculo ideal para este tipo de jóvenes, pues, como en el caso de Jamal, que ha conocido diferentes centros y casas de acogida, le sirven para vincularse a un lugar y tener una referencia: “Vienen, en muchas ocasiones, mediante engaño, creyendo que es mucho más sencillo y que aquí se les dará todo. Normalmente, la realidad la conocen de manera sesgada, pero, durante un periodo de adaptación, que es necesario, entienden cuál es su medio. En general, no es como esperaban, por lo que este tipo de colaboraciones les ayudan mucho a relacionarse con su entorno”.

El propio Jamal secunda esa opinión, teniendo solo “buenas palabras”, para sus compañeros de equipo, entrenadores y el propio Iberia Toscal como entidad: “Como debes estar continuamente moviéndote, no es como fútbol once, que puedes estar parado en algunas jugadas, necesitas entenderte con tus compañeros. Además, yo no soy de meter goles, sino de dárselos a mis compañeros”.

El talante positivo de Jamal, su idea del fútbol entendido más como una fiesta que como una competición, queda demostrado cuando se le pregunta por su ídolo que no viste, curiosamente, los colores de su equipo, el Real Madrid: “Neymar me encanta por su velocidad, sus regates, su creatividad. Sé que puede resultar raro,pero sí, soy del Real Madrid y fan de Neymar”.

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