El Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves se convirtió ayer en el corazón de La Palma, hacia el que multitud de peregrinos, procedentes de todos los rincones de la Isla, dirigieron sus pasos como gesto de una promesa, una plegaria o como una tradición que se repite cada cinco de agosto en conmemoración de la Patrona insular.
Esta festividad, con la excepción de la celebración lustral de la Bajada de la Virgen, tiene un carácter más íntimo, familiar si se quiere. El Santuario del Monte acoge a los peregrinos y visitantes en el silencio y recogimiento que caracteriza a este entorno que atesora un hondo significado para el pueblo palmero y para muchos devotos de otras islas, que acuden a esta cita para reencontrarse con la imagen mariana.
El carácter religioso de esta celebración es el epicentro del día de Las Nieves y, en especial, la celebración de la eucaristía solemne a mediodía, que estuvo presidida por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, y concelebrada por el rector del Santuario, Antonio Hernández, y una nutrida representación de sacerdotes de la Isla.
A este acto religioso también asistieron los principales responsables de las administraciones públicas, así como numerosos fieles, en una celebración litúrgica que tuvo lugar en la plaza del templo, con la imagen de la Virgen de Las Nieves en la portada del templo.
Al término de la eucaristía, realizaron la tradicional procesión alrededor de la plaza de la iglesia, aclamada con vivas a la Virgen y entre pétalos de flores que lanzaban los fieles al paso de la imagen de Las Nieves portada a hombros de sus custodios. Aunque había calor, la ausencia del sol durante la mayor parte de la jornada alivió la temperatura, lo que animó a más personas a realizar este camino hasta la casa de todos los palmeros.
Hemeroteca
Publicidad
Esquelas