fútbol base

Una trampa para un centenar de niños

Cada día, casi cien pequeños y jóvenes corren el riesgo de sufrir una caída o un percance grave al intentar acceder al campo del CD San Andrés, que lleva inutilizado desde octubre de 2014
Foto: Andrés Gutiérrez

El tiempo pasa inexorablemente para todos. Sin embargo, no parece que sea así para el CD San Andrés. La riada sufrida en la capital en octubre de 2014 detuvo los relojes del club costero, que desde entonces vive en precario y olvidado por las administraciones. Esa maldita fecha sigue clavada en la mente de todos los vecinos del barrio. “Solo pedimos que se reponga lo que destrozó la lluvia, que es un acceso provisional y peatonal al campo, unos puntos de luz y un camino en condiciones, no un camino de cabras como el que tenemos ahora. Así se podría utilizar de nuevo el campo, igual que en 2014”. Así lo reclama José Baute, vicepresidente de la entidad.

Cada semana, casi un centenar de niños entrenan en el campo de fútbol del CD San Andrés en el Valle de las Huertas con un riesgo evidente de sufrir algún accidente. El acceso al campo, que no alberga partidos desde hace tres años, se realiza, en primer lugar, por un camino medio asfaltado que no supera el medio metro de ancho. Luego se transita por una pasarela provisional que se encuentra en pésimas condiciones. Se mantiene en pie gracias a todas las rocas y el entullo que la riada depositó en la base de la misma. Los bomberos la apuntalaron con algunas vigas de madera y con unas sogas posteriormente. De igual manera precaria sigue varios años después.

Debido a esta situación, el CD San Andrés ha vivido en un continuo exilio. Primero ubicaron a todos los componentes del club, aproximadamente un centenar de jóvenes y niños en todas las categorías, desde regionales a prebenjamines, en El Tablero. Luego pasaron por Valleseco y en la actualidad juegan en María Jiménez, donde ahora mismo actúan como local todos los equipos costeros. También entrenan en el mismo campo los más pequeños, ya que el club entiende que no se puede correr riesgos con ellos. El resto de jugadores acuden a entrenar al campo de Las Huertas bajo la responsabilidad de sus padres.

“Todo sigue igual tres años después. Con el Ayuntamiento nos hemos reunido un montón de veces. La última vez fue hace casi un mes. También estaba presente el Cabildo y entre ellos se pasan la pelota y nadie concreta quién tiene que hacer la obra que nos permita usar el campo como lo hacíamos antes de la riada. Supuestamente el Cabildo iba a reparar el muro del barranco, allanar el camino y mejorar la pasarela, pero no se ha hecho. Eso es lo máximo que se va a hacer. Yo llamo todos los días y siguen sin confirmarnos si realmente se va a hacer o no”, explica a DIARIO DE AVISOS el vicepresidente del club lagartero, que se resigna a no poder contar con un acceso rodado hasta que no se solucione el asunto judicial que mantiene bloqueado el Valle de Las Huertas.

La época de lluvias se aproxima y hay miedo a que otra tromba de agua vuelva a dejar inutilizado el acceso al recinto deportivo y, lo que es peor, que se lleve por delante también las viviendas que están a continuación. “El Cabildo tiene claro que de nada le valió gastarse una millonada en el encauzamiento final del barranco, cuando a la altura del campo todo sigue igual y no se ha actuado. Todo se reduce a construir dos aletas, un muro invertido, levantar el muro caído y levantar una pasarela peatonal. No es más”, añade el directivo.

Pero aunque no llueva, esa pasarela sigue representando un auténtico peligro para los niños. El club no se hace responsable de lo que pueda pasar, lógicamente, y entiende que es una obligación del Ayuntamiento que las carreteras y aceras estén en buen estado. “Aquí entra todo el mundo. Todo el mundo salta la puerta y campa a sus anchas. Nos han informado de que los fines de semana se junta 40 o 50 chiquillos para jugar partidillos. Nosotros no nos podemos hacer responsables de eso. “Se puede caer cualquier persona por la pasarela o por el camino. El Ayuntamiento está informado por medio de los escritos que les hemos enviado. Ellos nos dicen que lo están intentando, pero en realidad no se hace nada. Solo nos dan como solución ubicarnos en otro campo, lo que supone el desplazamiento de los niños, del material deportivo y estar de prestados en un sitio teniendo una instalación propia que se va muriendo día tras día”, concluye el dirigente.

UNA PERMUTA QUE RESULTÓ SER UNA VERDADERA DESGRACIA

Parecía ser un buen negocio. Cuando en 2006 el club firmó la permuta de su histórico campo, ubicado junto a la Playa de Las Teresitas y donde hoy las palas se comen lo que queda del mamotreto, para contar con un nuevo recinto de césped artificial, todo el barrio se sentía satisfecho. Pero once años después, nadie se alegra de aquella decisión que ha provocado que el club esté en una delicada situación. El compromiso para trasladar en 2006 el campo de fútbol a la trasera del valle de Las Huertas desde la primera línea de playa, se iba a hacer en condiciones y con todos los servicios cumplimentados, incluidos los accesos. Esa fecha de noviembre de 2006 quedó grabada entre los dirigentes, ya que muchos años después siguen teniendo un acceso tercermundista y muy peligroso para los cien niños y jóvenes que aún utilizan la instalación deportiva.

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