Empecinamiento – Por Herzog

Una sociedad no se puede construir ni sustentar sobre las bases del odio y la confrontación permanente porque, más tarde o más temprano, acabarán socavándola o destruyendo

Una sociedad no se puede construir ni sustentar sobre las bases del odio y la confrontación permanente porque, más tarde o más temprano, acabarán socavándola o destruyendo. Lo vivido y presenciado la semana pasada durante las sesiones fallidas de investidura del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de España en el Parlamento pone de relieve la incapacidad de las fuerzas políticas presentes y representadas de articular un proyecto creíble de modernización y reforma del país desde el diálogo para la regeneración de las instituciones y para comprender y acatar lo que ellas mismas entienden como mensaje de los votantes en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015. Un espectáculo más propio de un circo mediático que del lugar sacrosanto de la democracia donde el uso de la palabra o de la expresión de las ideas constituye su esencia misma como promotora y gestora de las leyes y no gestos circenses de mal gusto para la galería o los flashes para la supuesta distracción de un público, posiblemente, más pendiente de lo que se juega el país.

La falta de miras y el apego a postulados maximalistas definen el comportamiento de los actores de la actividad política que deja por sentado la imposibilidad de acuerdos serios y responsables. Todo parece indicar que las necesidades del país resulta accesorio frente a las ansias por permanecer en el machito o subirse a él. El quítate tú para ponerme yo sin importar el resto.

Una sensación vacua copó las horas perdidas en el hemiciclo donde los mensajes y oratoria de unos y otros sólo lo colmaban el rencor, resentimiento, la descalificación y el afán de protagonismo y de poder, en algunos casos, propios de la casta que determinadas formaciones dicen detestar, pero que en la práctica representan su misma esencia. Ahora, tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez, volver a empezar y a ver si se impone la sensatez y se logra el mejor acuerdo para España donde los discursos den paso a los hechos que no la conduzca al abismo. Porque del cielo al infierno sólo media un paso.

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