Defenderse de la rapiña española

Absolutamente faltos de ideas y de noticias, obsesionados con la crisis de la prensa de papel y necesitados de vender a toda costa, a fuerza de escándalos que se inventan, los llamados papeles de Panamá han sido la panacea nacional e internacional de un absurdo delictivo

Absolutamente faltos de ideas y de noticias, obsesionados con la crisis de la prensa de papel y necesitados de vender a toda costa, a fuerza de escándalos que se inventan, los llamados papeles de Panamá han sido la panacea nacional e internacional de un absurdo delictivo. No es delito participar en una sociedad offshore si se han liquidado correctamente los impuestos en el país de residencia fiscal del inversor. Además, la obligación del ciudadano es defenderse de las tarascadas del fisco, muchas veces tan inmoral como el defraudador. Hay países, como ahora España, en los que la presión fiscal y la represión de Hacienda se hacen intolerables. El Estado gasta sin tino y es luego el ciudadano quien tiene que enmendar los errores en la gestión de quienes rigen el país. El PP, partido gobernante provisional, aduce siempre que el PSOE de Zapatero dejó a España en la ruina; y posiblemente será verdad. Pero el sacrificio que se ha pedido al ciudadano es terrible. Que no se le exija al contribuyente que destine graciosamente y de buen grado sus beneficios a engordar al Estado ruinoso, tras un enorme esfuerzo para conseguirlos. El ciudadano, repito, se defiende de la presión fiscal. Y operar a través de una sociedad offshore, como han hecho muchos contribuyentes de este país y de otros, no es, per se, delito. Todo lo contrario. Es perfectamente lícito si se observan las normas establecidas por el país de residencia, en España, leoninas. Lo demás son inventos de quienes necesitan su historia cotidiana, aunque sea a costa de inocentes a los que se presentan como delincuentes en los medios de comunicación.

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