‘Vintage’

Vintage son las cosas que regresan del pasado, estética, ambientación, guiño colectivo o, en según qué casos, actitudes

Vintage son las cosas que regresan del pasado, estética, ambientación, guiño colectivo o, en según qué casos, actitudes. Son objetos y diseños que envuelven en modernidad el clasicismo. Esta adaptación, ese barniz más o menos retro para aparentar antigüedad, vale para coches, música, libros, instrumentos o para devolver a Canarias a la hoguera de los desequilibrios en las inversiones que el Gobierno hace en las Islas. Resucitar el fuego calculadora en mano es tan vintage como antiguo, peligroso. Desempolvar esa línea argumental como discurso pone a las Islas a finales de los noventa. La política así concebida forma parte de un pasado imperfecto en el que pesaba más la desconfianza que la idea de casa común. Exigir que se invierta exactamente lo mismo no conduce al equilibrio, sino al mayor de los desequilibrios. La justicia en la inversión tiene sus ritmos y prioridades, que son los que a medio plazo conducen a que se atiendan de forma inteligente y razonable las necesidades de cada Isla. Defender la teoría de lo mismo es tan antiguo -tan vintage- como consagrar la triple paridad como religión incontestable o empeñarse en combatir cualquier cambio en el sistema electoral, estableciendo unas reglas del juego que son la contrarreforma de la reforma para que nada se reforme, y en consecuencia para que la territorialidad se imponga como pensamiento único -si los resultados apenas cambiarían modificando el sistema, ¿a qué viene tanto miedo a cambiarlo?-. Algo está pasando. Vuelve el pleito de los desequilibrios en las inversiones. Regresa la territorialidad como sistema métrico decimal. Resucita la triple paridad. Renace el protagonismo de los ayuntamientos. Reina la isla. Canarias se apunta al vintage.

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