El abuelo Cebolleta

No sé si serán solamente sensaciones, ojalá que sí, pero en el fragor de mis 69 cumpleaños percibo -aún sin nietos todavía- que me ha entrado en el cuerpo la jiribilla del abuelo Cebolleta. Quiero decir que sufro lapsus mentales, conduzco más despacio y siento mucha más pena de los mentecatos que me encuentro por las esquinas.

No sé si serán solamente sensaciones, ojalá que sí, pero en el fragor de mis 69 cumpleaños percibo -aún sin nietos todavía- que me ha entrado en el cuerpo la jiribilla del abuelo Cebolleta. Quiero decir que sufro lapsus mentales, conduzco más despacio y siento mucha más pena de los mentecatos que me encuentro por las esquinas.

Es decir, que la rebeldía sempiterna que me aquejaba se ha transformado en pena y me da que me he vuelto bueno, algo que jamás he deseado. Soy, a partir de mis 69 años, que justamente cumplo hoy, el abuelo Cebolleta. Y entonces todas las pobrezas que ansiaba, cuando era más joven se han venido abajo: no quiero ingresar en la Academia Canaria de la Lengua, donde (con algunas excepciones, que valoro), no hay sino mediocres y muertos de hambre; no quiero el premio Canarias porque no lo tienen en sus biografías (con honrosas excepciones) sino ilustres pelotas; y tampoco la Medalla de Oro de mi pueblo, porque, tiempo ha, dije que se la metieran por el culo los concejales que no me la quisieron conceder (una mayoría de la corporación de entonces iba a votar que sí). Dicho esto, me quedo más ancho que el carajo, diciendo lo que me da la gana y cuando me da la gana, y ustedes no tienen ni idea de lo bueno que es eso. Es como dar del cuerpo en un wáter limpio, tras sufrir un apretón en plena calle del Castillo. Pero me he vuelto un abuelo Cebolleta, quizá haciendo prácticas para los nietos que tendrán llegar, si es que alcanzo a verlos, porque saben ustedes que un mago, en la barra del Mencey, me pronosticó, medio cargado, hace años, que me moriría a los 69 años. Y los cumplo hoy. Así que a mis numerosos enemigos, que se froten las manos. Estoy a punto de diñarla.

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