Benedicto vs. Francisco, ¿Papa contra Papa? – Por Carmelo Pérez

He leído un adelanto del libro 'Últimas conversaciones' y tengo la impresión de que no va a dejar indiferente a nadie en la Iglesia

He leído un adelanto del libro ‘Últimas conversaciones’ y tengo la impresión de que no va a dejar indiferente a nadie en la Iglesia. Se trata de una recopilación de entrevistas a Benedicto XVI, realizadas por el periodista Peter Seewald antes y después de la renuncia del Pontífice. La editorial Mensajero lo pondrá a la venta a principios de octubre y a buen seguro que la librería del Obispado ya tendrá un buen número de existencias encargado.

El libro va a hacer pupita. Primero, porque Benedicto se muestra creíble y libre. Contra cualquier teoría de la conspiración orquestada en torno a su renuncia, el Papa Emérito habla con absoluta normalidad y con gran peso espiritual de las verdaderas razones de su adiós. Estaba físicamente afectado por el paso de los años y sus múltiples patologías, se sabía incapaz de asumir los retos que se le presentaban a la Iglesia en el futuro próximo. “Lo hablé con el Buen Dios y entendí que el me liberaba de esta carga”, explica. Impresionante. Ésta no es la actitud de un cobarde, sino de un creyente ejemplar.

Y no es que Ratzinger considere que el Papa es un instrumento y que, como todo instrumento, debe retirarse cuando ya no es útil. Qué va. “El Papa no es un superhombre. Si renuncia el ministerio, mantiene en un sentido interior la responsabilidad que asumió en su día, pero no la función”, asegura, dando una lección a quienes no saben irse. Recuerdo aquí al obispo Felipe, quien me dijo algo muy parecido cuando percibió que las nubes negras de la enfermedad no le daban ya más vida a sus días. “No puedo. Y si no puedo, la Diócesis tiene que estar por encima de mi bien personal”, me dijo mirando al frente.

Oye, pues nada de Vatileaks, que lo hubo, pero que no jugó ningún papel en la histórica decisión del prelado. Claro que habrá quienes no se lo creerán, a ver si no dónde encuentran la salsa para este cocido.

Una de las partes más rotundas del libro es aquella en la que Benedicto se refiere a la elección de Francisco. “Cuando oí su nombre, no estaba del todo seguro de si alegrarme. Pero cuando vi cómo hablaba con Dios y con las personas, me sentí muy feliz”. Y hay más: “No hay ruptura con mi Pontificado. Si se sacan sus frases de contexto, puede parecerlo. Pero no hay ruptura, sino nuevos acentos”, asegura con decisión.

A mí me parece que es uno de los mensajes más imporantes. Tengo la impresión, y creo que es compartida, de que a ciertos grupos, movimientos, caminos y figuras canónicas excepcionales hay que decirles claramente que echamos en falta su entusiasmo de antaño en la defensa de las consignas del Papa. Que diera la impresión de que todo aquel ciego seguimiento a la doctrina papal que antes promovían, ahora es sí, pero menos. Que quizá están dando a entender con su tibieza que lo que un día llamaron obediencia era en realidad conveniencia. Su defensa, ya me la imagino: que si difunden el pensamiento de Francisco, que si están encantados con su lozanía. Pero no es eso lo que espera la Iglesia de ellos, sino el giro, el cambio de ritmo, la obediencia a Dios mismo que se les pide, también ahora, ante el rumbo que marca Francisco.

Porque yo, siendo sincero, no lo veo en algunos que antes presumían de vivir de toda noticia que salía de la boca del Vaticano. Ahora, miran hacia Roma con timidez, con disimulado escepticismo, con no poca ironía. Pues no hay guerra, dice Benedicto, quien reconoce en el texto que algunos intentaron usar su pensamiento para autoafirmarse en sus esquemas.

“En la Iglesia se respira una nueva frescura, una nueva alegría, un nuevo carisma que llega a todas las personas; y todo eso, sin duda, es algo hermoso”, sentencia Benedicto. Palabra de Papa Emérito. Y basta ya de tibiezas. Por fidelidad al Espíritu de Dios, no por revanchismo.

@karmelojph

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