No nos merecen

Ni nosotros merecemos soportar su jeta, su desfachatez, refiérome a los diputados de esta España nuestra, políticos que día tras día; nos toman el pelo, nos mienten con medias verdades o pecados mortales -de los de antes-

Ni nosotros merecemos soportar su jeta, su desfachatez, refiérome a los diputados de esta España nuestra, políticos que día tras día; nos toman el pelo, nos mienten con medias verdades o pecados mortales -de los de antes-, nos toman por idiotas, nos intentan hacer ver una España que solo la tiene ellos en sus juegos de rol –el que más les gusta es el Politirollo, que es parecido al monopoly pero sin dados, se juega con clá, portavoces, partidos, funcionarios, y la mesa que se supone debe ser neutral. Sé, bien que sé, que los hay honestos como en botica.

Merece hacer un paréntesis relacionado con determinados entrevistadores –inquisidores de parte- y determinadas tertulias. Unos por tendenciosos parecen querer hacer política desde el cucurucho con preguntas repetidas que tan solo pretenden oír lo que esperan sea o sea, a más, de confundir a la audiencia con la idea de hacer posible lo que en este punto de nuestra historia parece, como poco, muy difícil, generando relatos que tan solo sirven para llenar día tras mañana las ondas con aburridas secuencias que cargan en cada momento contra el chivo expiatorio de turno. Los otros con tertulias que más se parecen a los cuadriláteros del Campo del Gas, en el que se practicaba el boxeo los viernes y la lucha libre los sábados, en el caso de los segundos pronto se veía un luchador era el malo y el otro el bueno; uno feo, gordo, bajo y con bigote, el otro bien hecho, bien peinado y haciendo las delicias del público. El árbitro un conspicuo personaje con aires de juez. A eso es a lo que me recuerdan, ¿rigor? Poco.

Basta con poner un poco de atención para ver raudo como son las tendencias, ejemplos; si escucha a los de la trece, los bigotudos son todos desde Rivera hasta Anna Gabriel, pasando siempre por Sánchez, es decir los anti España si escucha la sexta, los gordos con bigote son desde Rivera hasta Aznar, o lo que es lo mismo, los pro España. Para unos, son los rupturistas, para los otros son los unionistas. Una suerte de idioteces que solo sirven para mantener a los hooligans de toda la vida encochinados.

Sánchez, contra el que no tengo nada, si bien, no es santo de mi devoción, siempre es la mortadela del bocadillo, incluso del bocata de los suyos. Les viene bien a todos. Lo han convertido en el maligno, gracias al degüello al que lo someten los mal llamados varones, y a sus errores y derivas que no ayudan como sería necesario en los momentos actuales, y a los que el pesoe debiera aportar un perfil de estadista y no un hombre de partido, que pierde más tiempo entre sus calderos internos que en hacer política de estado. Me parece necesario, en aras a ser ecuánime, que con Pablo Manuel le ha salido un forúnculo en dichas sean las partes.

Resumiendo, los españoles, que somos los responsables de lo nuestro, y que por motivos de todos sabidos, con nuestros votos hemos creado una cámara que visto lo visto parece empañada, y que no tenemos que temer nada puesto que sucederá lo que haya de suceder, o lo que el destino nos depare, siempre que no volvamos a las andadas.

Comparto con Hans Küng una frase que le leí hace tiempo: “En mi calidad de hombre independiente de los partidos quisiera invitar a una ética del término medio razonable, incluso del centro radical, un camino que trate de realizar y de integrar simultáneamente política y economía.” ¡Aplíquensela!

Ramiro Cuende Tascón.

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