A finales de este mes, se cumplirá un año de un suceso que dejó sin respiración a la isla. Saray González, una joven palmera que estaba estudiando en la Universidad de Las Palmas su segunda carrera, Relaciones Laborales, había sido brutalmente asesinada en el piso de la capital grancanaria que compartía con una compañera de estudios. Apenas dos semanas después, Alberto Montesdeoca, un joven de 19 años, vecino de Saray, confesó el crimen, tras la investigación policial.
El proceso judicial para juzgar este crimen ya está en marcha en los Juzgados de Las Palmas de Gran Canaria y tanto el abogado que representa a la familia como el fiscal han concretado la imputación por asesinato con alevosía, solicitando la máxima condena de 25 años para el autor del crimen. La acusación demanda también que se contemple el ensañamiento, que tratará de probar en el juicio. La defensa del acusado, por su parte, ha pedido un informe psicológico del imputado como una diligencia complementaria.
Al abogado de la acusación, Ignacio Pastor Teso, que ejerce desde hace 26 años y ha llevado numerosos procesos penales, y en este caso, también como portavoz de la familia de Saray, no le cabe duda de que estamos ante “un caso de asesinato porque hay alevosía y vamos a demostrar que también hay ensañamiento”.
Pastor Teso señala que hubo un ataque voluntario y los golpes que propinó el acusado fueron contra órganos vitales de la víctima. “No fue nada fortuito”. En este sentido asegura que “el informe de los forenses de los juzgados es contundente”. Y en cuanto al estudio psiquiátrico realizado al autor del crimen, indica que se deduce que “en todo momento sabía lo que hacía, por lo que recoge que se puede hablar de imputabilidad”. De hecho, el abogado señala que en la confesión, Alberto Montesdeoca, que se encuentra preso en la cárcel de Gran Canaria y carecía de antecedentes, “reconoce que quería terminar con su vida porque lo había reconocido”. “Esta es la frialdad del asesino”, añade.
No existían motivos de enfrentamiento entre los dos vecinos, más allá de “nimiedades” en la convivencia en un edificio antiguo donde se escuchan hasta los pasos de una casa a otra. “Saray era una estudiante ejemplar, sana, una chica responsable, toda la gente hablaba muy bien de ella”, comenta. Lo que está claro es que no existía ninguna razón que condujera a algo “tan abyecto, salvaje y brutal”.
En nombre de la familia, Pastor Teso, agradece las muestras de cariño y solidaridad que han recibido, pero también invita a la sociedad a que mantenga el “respeto” que se merecen por la situación que atraviesan. En este sentido, quiso también agradecer públicamente a la compañía Binter Canarias la colaboración que está teniendo. Asimismo, destacó la “sensibilidad” mostrada por los funcionarios del Juzgado de la capital grancanaria con este caso.
“En estos momentos trabajamos como la espada de la justicia, con toda rigidez, sobre unos hechos execrables y una actitud asesina y criminal”. “La familia no quiere venganza, sino justicia. Cuando haya justicia, la familia descansará un poco”, concluyó.