Viendo pasar las estrellas – Por Natalio Cruz Duque

No es lo único en el tintero, y no es el retraso de estos en sí lo preocupante, sino su utilidad y necesidad en tiempos nada fáciles, máxime cuando obras similares y de mayor interés para el ciudadano han quedado aparcadas

Decir que la isla de La Palma es un lugar que mira al universo a priori puede resultar presuntuoso, aunque no deja de ser una obviedad si tenemos en cuenta que la isla posee el telescopio óptico más grande del mundo. Artefacto nada desdeñable para mirar hacia otro lado, pero que en las distancias cortas pierde toda utilidad.

Esto viene a colación puesto que, en una isla como La Palma, es en las distancias cortas donde se aprecia la falta de visión. A los hechos que acontecen hay que remitirse siendo preciso explicarlo:

Tres miradores en la zona norte inquietan a los palmeros, el primero de ellos, ubicado a en La Fajana de Barlovento, está ya realizado. Se trata de una exaltación y reconocimiento a una escritora china que, como Truman Capote, algo tendrá que ver con La isla. Es este, el primero y hasta el momento único mirador literario abierto al disfrute y la contemplación, toda una demostración de amor a la literatura y a las grandes historias que incumben al paseante. Aunque el presupuesto no fue alardeado en los medios de comunicación, su construcción fue inminente.

El segundo, bajo el nombre de «Mirador del Universo», se trata de un proyecto adjudicado a un polifacético artista de sobra conocido en la isla. Con un mirador adjudicado en Tijarafe, por fin verá cumplidos sus deseos arquitectónicos. Este mes hará un año desde que en los medios de comunicación anunciaran a bombo y platillo la genial idea, mas pasado el tiempo, como suele suceder, poco se sabe de él. Un detalle trascendente: se estima en 289.700€ de presupuesto.

El tercero y último, anunciado pomposamente hace pocos días, es el más surrealista. Situado en El Time de Tijarafe, donde actualmente existe un mirador que más bien debería calificarse de parador, pretende ser «una obra» nada más y nada menos que «al estilo de los que hizo César Manrique». ¡Ay, si César levantara la cabeza!

Teniendo ya en mente dos miradores de tal calibre en el municipio de Tijarafe, se intuye que en el olvido queda el supuesto mirador dedicado a Dulce María Loynaz, también anunciado hace un año, y el de Günter Grass, aunque este incumba a Puntallana. No es lo único en el tintero, y no es el retraso de estos en sí lo preocupante, sino su utilidad y necesidad en tiempos nada fáciles, máxime cuando obras similares y de mayor interés para el ciudadano han quedado aparcadas.

Un sinfín de ideas en un panorama que se muestra poco o nada esperanzador. Algunos lo viven de cerca y otros no tanto, pues pese a que no son pocos los que han hecho las maletas hace tiempo, no olvidan ni se muestran ajenos a las propuestas del pueblo. Quizá, con algo de suerte, agudizando la vista y situándose en uno de estos miradores, amigos y familiares puedan llegar ver a estos que, al margen de tantas nebulosas, prefieren emprender sus sueños en otra parte.

De cualquier modo, serán aquellos a quienes corresponda, presupuesto en mano, quienes deberán examinar hasta verlo desde otra perspectiva, no vaya a ser que por el efecto provocado por la observación, y mientras todo queda en promesas, el asunto esté más cerca de estrellarse que de mirar a las estrellas. Cualquiera diría que Tijarafe prospera. Siempre lo mismo.

TE PUEDE INTERESAR