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Mociones de censura simultáneas de 1993: Saavedra se enteró en el desayuno y Segura sintió “alivio”

La crisis política en la que actualmente está inmersa Canarias se mira en el espejo de las mociones de censura simultáneas registradas en 1993
Jerónimo Saavedra Acevedo, presidente del Gobierno de Canarias de 1983 a 1987 y de 1991 a 1993. / DA

En una mañana de 1993, dos bombas informativas explotaron en Canarias: casi simultáneamente se registraron sendas mociones de censura contra el presidente del Gobierno autonómico, Jerónimo Saavedra Acevedo, y el alcalde de La Laguna, José Segura Clavell. Ambos, del PSOE.  El 31 de marzo se consumó la primera y el 5 de abril la segunda. Veintitrés años después, no se han olvidado de aquello pero tampoco les hace gracia remover el pasado.

“Es una historia tan vieja que el tiempo ha limado las asperezas”,  relativiza el hoy diputado del Común. “Fue un impacto para mí, una sorpresa. Me enteré en el desayuno”.  El día anterior hubo un pleno que acabó a las diez de la noche. Le dieron la noticia en el Parlamento. Se quedó helado y afrontó la situación de frente. “Aunque me lo estaban advirtiendo, nunca me lo tomé en serio”, evoca Saavedra en tono jocoso.

Preocupado por el “clima jomeinista” en el nuevo Ejecutivo, a Manuel Hermoso le recomendó “paciencia y aguante”.  Tras embestir a Saavedra, quien había sido su vicepresidente fue investido por la mínima: los 31 votos de las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), Centro Canario Independiente (CCI), Iniciativa Canaria (Ican), Agrupación Herreña Independiente (AHI) y Asamblea Majorera (AM), frente a los 23 del PSOE y las 6 abstenciones del PP.  Uno de los diputados enfrentados a Jerónimo Saavedra, el lanzaroteño Dimas Martín, estaba condenado  por el Tribunal Supremo a seis años de inhabilitación, dos meses de arresto mayor y una multa de 500.000 pesetas por un caso de cohecho de hacía diez años, cuando era alcalde de Teguise. Sin embargo, no prosperó el intento socialista de frustrar la operación. Había material para una novela de espionaje y alta traición. Los ojos morados de algunos no eran de tomar el sol, sino un puñado de oscuras razones. La ley económica negociada con el Ministerio de Economía y Hacienda se esgrimió como el desencadenante de la ruptura, pese al desbloqueo de contenciosos como la financiación, las inversiones en carreteras y la protección del plátano y el tomate.

“Hay muchas formas de hacer política en esta región”, proclamó Tomás Patrón (AHI). “Hay muchas maneras de presentar mociones de censura, unos con la cara descubierta y otros escondiendo la cara y la espada en emboscadas rastreras. Puede usted estar seguro de una cosa, señor Saavedra: mi partido no va a montar mañana una pantomima diciendo que no sabía nada de esto y que me expulsarán de la Agrupación Herreña si voto a favor de la moción de censura. Mi partido me ha dicho que le transmitiera que vamos a votar a favor de la moción de censura sin engaños ni tapujos”.

Saavedra acató un acuerdo de la Mesa de la Cámara que no aceptó: “Si mal no he oído, intervengo para defenderme de la censura y, por consiguiente, no puedo hacer una crítica del programa del candidato”.  En el inicio de su intervención se permitió un pecado de vanidad, una autocita: “A veces nos encontramos, los representantes canarios, con algunos miembros de la Administración central que siguen sin comprender ni estudiar la asignatura canaria, un poco más de sensibilidad y atención, y reconocer que el coste de la insularidad no es un invento de los canarios, ni una excusa para la queja permanente, ni un truco para obtener más recursos, sino un dato reconocido en el artículo 138 de la Constitución. Conviene que el ciudadano canario sepa con quién se juega los cuartos”.

En abril, un jarro de agua fría. La marcha del diputado Oswaldo Brito (Ican) al grupo Mixto dejó a Manuel Hermoso sin la mayoría absoluta. Brito se desmarcó de la “dinámica del regate corto, la maniobra y el navajazo a espaldas de la organización” que, denunció, practicaban sus dirigentes. No obstante, garantizó la estabilidad. Lo empujaron a abandonar “la ausencia de debate interno”,  la evidencia de que “no interesa y es molesta” su presencia y la política “de hechos consumados sin consultar a los órganos del partido”. Se negó a coger la cartera de Política Territorial. Como una precuela de lo que sucede en el presente, Oswaldo Brito acusó a la cúpula de Ican de “claudicar vergonzantemente” ante las AIC acerca de las competencias de ese departamento. El área de Medio Ambiente se convirtió en una viceconsejería dependiente de Hermoso. En lugar de Brito, Ican situó a Fernando Redondo.

De ese reagrupamiento de fuerzas heterogéneas surgió CC, de la que en 2005 se desprendió Nueva Canarias, cuyo líder, Román Rodríguez,  se había sentado en el sillón de Hermoso.

Jerónimo Saavedra estrenó el cargo de máxima autoridad autonómica tras la aprobación del Estatuto y lo ejerció provisionalmente entre enero y junio de 1983, con las primeras elecciones. Siguió y dimitió en junio de 1985, a causa de una votación sobre el tratado de adhesión a la Comunidad Europea. Al mes regresó aupado por una convergencia de partidos de izquierda y nacionalistas. Celebrados los comicios de 1987, lo reemplazó Fernando Fernández, del Centro Democrático y Social (CDS), con el respaldo de las AIC, Alianza Popular (AP) y AHI. Al perder una cuestión de confianza, lo relevó en 1988 Lorenzo Olarte (CDS). Y, una vez más, como consecuencia de las legislativas de mayo de 1991, volvió Saavedra.

José Segura Clavell, alcalde de La Laguna entre 1991 y 1993. / FRAN PALLERO
José Segura Clavell, alcalde de La Laguna entre 1991 y 1993. / FRAN PALLERO

En La Laguna, Elfidio Alonso recuperó el bastón de mando con un garrotazo, al unirse 15 de los 27 concejales de la corporación local: ATI-AIC, 12; Ican, 2, y Centro Canario Independiente (CSI), l. Oswaldo Brito era uno de los ediles de Iniciativa Canaria, que se encontraban de lado de Segura, junto al PSOE, Plataforma Municipal Independiente y PP. “Experimenté un alivio inmenso”, recuerda Segura, “de las grandes ayudas que me han hecho en la vida pública”. Alcanzó “un nivel de libertad individual espectacular”. Continuó como senador, que era lo que quería: estar en las Cortes Generales.

Hoy se relacionan esos episodios. En los mentideros hablan de una repetición a la inversa. “El PSOE tenía un notable grado de dignidad. No permitíamos que se nos obviase”. Seguramente.

Oswaldo Brito lo experimentó desde su doble vertiente de concejal y diputado

Oswaldo Brito González vivió las mociones de censura desde las dos vertientes: concejal en La Laguna y diputado de Ican. “No es edificante lo que está pasando en estos momentos”,  observa. “Se está trasladando a la población una especie de chalaneo político. Danzan en público y en secreto”.

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