Marlene y Mr. Gaze

Lo he contado alguna vez, pero no estaría de más refrescarlo. Mr. John Gaze era un querido y conocido profesor de inglés y también arrendatario del bar British, situado en los bajos del Casino de los Caballeros, mirando al mar. Espero no equivocar la ubicación

Lo he contado alguna vez, pero no estaría de más refrescarlo. Mr. John Gaze era un querido y conocido profesor de inglés y también arrendatario del bar British, situado en los bajos del Casino de los Caballeros, mirando al mar. Espero no equivocar la ubicación. Un día estaba él allí, tomándose un whisky, cuando se acercó al bar una elegante dama, que sin duda se había bajado de un buque surto en el puerto de la capital, por unas horas. La señora se sentó en una de las mesas exteriores y pidió una copa. El camarero se la trajo y ella dio las gracias en inglés. Mr. Gaze sintió la cortesía de saludarla, como propietario del negocio. Ella lo invitó a sentarse y le pidió que le hablara de la isla y, sobre todo, del Teide. Cautivado por la educación y por la belleza de la dama, que parecía alemana, el buen profesor se ofreció para, en un coche de turismo de la parada cercana, acompañarla a visitar Las Cañadas del Teide y que así se llevara una buena imagen de la isla. Así lo hicieron. La conversación fue de lo más agradable e, incluso, pararon en el hotel Camacho, de Tacoronte, “para refrescarse”. A Mr. Gaze la dama le resultaba conocida, pero no sabía de qué. Emplearon varias horas en el viaje, e incluso tuvieron que acelerar la vuelta porque la noche se echaba encima y el vapor no esperaría por ella. El profesor acompañó a la elegante dama hasta la misma escala del barco. Ella le tendió la mano, agradecida, y depositó en la de Mr. Gaze una tarjeta, que él no leyó sino que introdujo en el bolsillo de la chaqueta. De regreso al British se acordó del cartoncillo que la dama le había entregado y leyó su nombre: Marlene Dietrich.

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