Esto si que no me lo esperaba, pobre de mí

Una vez preparado el viaje le pregunté por los billetes. Y él me dijo: “Te dije que estabas invitado, pero no te dije nada de billetes”.

Debo decir, con toda reverencia, que este detallazo de Carmelo Rivero no me lo esperaba ni en los sueños más raros de mi vida. Me ha invitado a Madrid, a asistir a los festejos del Orgullo Gay. El World Pride.

Y vine a Madrid, claro, atendiendo a su invitación. Tres días completos en el hotel más literario de la ciudad. Sólo tenía que pagarme el hotel, las comidas, los desayunos, las copas. Y, por supuesto, el viaje. Me salió caro, aunque era una invitación. ¿Dónde está el intríngulis? Lo explico en seguida, reproduciendo los mensajes que contenían la invitación.

Me escribió Carmelo: “¿Quieres venir al World Pride?” “¿Para trabajar?”, respondí. “No. Para ver”, fue su contestación. Le dije que sí, claro. Y él me puso estas dos palabras: “Estás invitado”.

Una vez preparado el viaje le pregunté por los billetes. Y él me dijo: “Te dije que estabas invitado, pero no te dije nada de billetes”.

Como conozco el lenguaje canario como si lo hablara me di cuenta de que este tunante que es mi director me había puesto la miel en los labios y no era cuestión de perder la ilusión de este viaje. Por cuatro perras, me dije, me planto en Madrid y veo qué hay por allí. Quedarme en Miami, tal como están las cosas, me hubiera salido igual de caro.

Y aquí he estado, en un hotel de mala muerte, pero al lado del hotel literario más famoso de Madrid; he comido y he bebido en chiringuitos de Chueca y he caminado más que un ciclista pobre. He sido, otra vez, pobre en España. Pero ha valido la pena. Al final puedo decir que fui efectivamente invitado; pero a pagarlo todo.

Mi sensación ha sido de enorme alegría, todo el tiempo. No le dije a Carmelo, además, por qué le agradecía la invitación, que no fue tal. Hace muchos años conocí en Caracas a Pedro González, el pintor, padre de un ilustre político canario que nació allá, Pedro Zerolo. Ya se conoce la historia de por qué este Pedro prefirió el apellido de la madre, Zerolo, que el apellido del padre, que en principio no tomó a bien que él fuera líder de los homosexuales españoles.

La constancia de Pedro en la defensa de los derechos de igualdad llevaron a Zapatero, como se sabe, a defender las leyes que fueron pioneras en el mundo y en Europa. Y ya los gais se pueden casar, adoptar, y, en fin, hacer vida normal como cualquier ciudadano, con todos sus derechos. Ya el mundo no es heterosexual solamente, gracias en gran parte a aquel aguerrido joven que dio gran parte de su energía para que sus compañeros fueran más libres para siempre.

En realidad me hacía ilusión venir a Madrid tan solo por respirar el aire de Zerolo. Estuve en la plaza que tiene su nombre, bailé con quienes debieron ser sus amigos, grité con todos esa canción pegadiza de Alaska y pasé noches muy bellas en una ciudad que me sorprendió por el respeto mutuo que observé entre sus visitantes y por la limpieza de sus calles. En este caso, me dijeron madrileños que no me fiara, que así no fue siempre.

Cuando ya estaba en el aeropuerto, para volver a Miami, después de esta experiencia, le envié a mi director este mensaje que él me permitirá que comparta:

“No sabes, Carmelo, la alegría que me da decirte que nunca una invitación tuya me salió más barata”.

Él ya me entiende. Supongo.

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