la orotava

Con alma de madera

El primer encuentro internacional de torneros se celebra en el marco de la feria regional de artesanía de Pinolere, La Orotava, que finaliza hoy
Hanns Nieke junto a su alumna Ute Kolkenbrok trabajan en la feria de Pinolere a la vista del público. Fran Pallero

Angel Ramil y Hannshuman Nieke, al que todos conocen como Hanns, son solo dos de los nombres de los torneros que desde el viernes y hasta hoy participan en el primer encuentro internacional que se celebra en Tenerife en el marco de la feria regional de artesanía de Pinolere que culmina hoy.

El objetivo de esta actividad es despertar en los jóvenes el interés por este oficio, que antaño daba de comer a muchas familias y actualmente corre el riesgo de desaparecer, y acercarlos al mundo de la artesanía.

El primero es de As Pontes, Galicia, es técnico electricista y está prejubilado. Nunca se dedicó a trabajar la madera, para él, ser tornero es su hobby desde hace muchos años, por no decir su gran pasión, igual que para los cuatro compañeros de la Asociación Amigos da Madeira de As Ponte, a la que pertenece. “Produce un gran placer trabajar con un material natural, que hay que cuidar mucho porque se agrieta con facilidad, cuyo olor y tacto son particulares dependiendo del tipo de madera con el que se trabaje”, dice. Es la primera vez que visita Tenerife aunque ya ha participado en otros encuentros internacionales dado que en Xermade, un pueblo vecino al suyo, se organizan todos los años.

Allí conoció a varias de las personas con las que estos días comparte el gran espacio destinado a los torneros en el parque etnográfico, donde muestran al público su trabajo en vivo. Entre ellas, a Ute Kolkenbrok, carpintera, y una de las pocas torneras, al tratarse de un oficio poco frecuente entre las féminas.

Vive en Alemania, igual que Hanns, su maestro, quien a su vez está acompañado de su hija Saimon y la esposa de ésta, Carmen Rocío Rodríguez. Para todos ellos, la madera es parte de su vida.

Hanns tiene 81 años, trabaja sin gafas y con una precisión y concentración envidiable. Aprendió el oficio de su padre, quien a su vez lo hizo con un hombre que conoció durante la Segunda Guerra Mundial. Todos en la familia son artesanos y tenían una empresa familiar dedicada principalmente a construir utensillos de cocina y vajilla de uso diario que actualmente la “clase media” compra en bazares y grandes almacenes a menor precio al no tener detrás un trabajo artesano. Por eso la empresa tuvo que cerrar, cuenta su hija, quien se ganó su primer dinero limpiando el taller.

Trabajar y vivir en Alemania oriental no era fácil y en dos ocasiones su familia tuvo que empezar de cero. Recuerda que su abuelo “se cortó tres dedos con una máquina y a la semana ya estaba trabajando”.

No es la primera vez que Hanns viene a la Isla. Viajó por primera vez con 19 años “y con Franco vivo”. En la década del 60, cuando logró escapar a Alemania oriental y podía salir del país sin inconvenientes, veraneaba con toda su familia.

“Siempre fue un alma libre”, recalca su hija. Juntos hicieron hace años un trozo del Camino de Santiago partiendo desde Irún y su padre dio una lección de vida y de amor por la naturaleza a todos los peregrinos.

Quizás ese espíritu es el mismo que llevó a Saimon a eligir La Orotava como lugar para vivir hace 28 años, donde llegó justo un mes después de que cayera el Muro de Berlín. Confiesa que le hubiese gustado estar en Alemania en ese momento y ser testigo de un acontecimiento “de mucha emoción y de una gran euforia”. Hanns lo define como “una revolución no violenta y muy positiva”.

Sin embargo, Saimon asegura que después hubo ciudadanos de Alemania del Este que no estaban de acuerdo con la reunificación porque “querían su propio estado y gobierno pero en democracia, y sostuvieron que fue una compraventa del señor Helmut Kohl”, refiriéndose al primer ministro alemán que jugó un papel trascendente en la Caída del Muro de Berlín.

Casualidades de la vida o no, Saimon conoció en la Villa a su esposa, cuya su profesión -es enfermera- dista mucho de la madera, su principal hobby. Pero el padre de Carmen era carpintero y ella aprendió a querer este material que conoce a la perfección y con el que construye desde pequeñas cajas hasta peonzas y cuencos.

“Es una forma de relajarte del día y del trabajo, que en mi caso es bastante complicado. Es el ratito que tengo para desestresarme, cuando llego a casa y me pongo con el torno”, confiesa.

En su caso, lleva cuatro o cinco años participando en la Feria de Pinolere pero es la primera vez que comparte experiencias con personas de otros países y observa otras técnicas de trabajo. “Los artesanos de Grecia por ejemplo, no trabajan de manera uniforme sino piezas asimétricas, que cuestan mucho más elaborarlas, y han incorporado pinturas”, explica.

Con diferentes tornos que aceleran el proceso, que varían de tamaño y color, y un enorme panel de gubias al fondo, se puede ver hasta hoy trabajar a torneros de Canarias, España y países como Grecia, Alemania o Inglaterra unidos por un pedacito del mismo alma: la madera.

Un total de 220 artesanos en una feria que crece cada año

Un total de 220 artesanos de todo el Archipiélago participan este año en la feria regional de artesanía de Pinolere, que se ha convertido en una cita obligada para la artesanía y para todas aquellas personas que visitan estos días La Orotava. Se desarrolla en el recinto etnográfico del barrio, en más de 10.000 metros cuadrados de superficie destinados a la realización de actividades, talleres en vivo, venta de productos elaborados por los artesanos, muestras de fotografías y diversos homenajes que persiguen un único objetivo: mantener viva la cultura y los oficios tradicionales canarios.

TE PUEDE INTERESAR