el charco hondo

El género del agua

Hay cosas que sé o creo saber, y otras que me retienen a la deriva en un mar de dudas razonables. No sé si la huelga feminista de hoy ayudará a cambiar las cosas. No sé si promover una huelga parcial o total es la llamada de atención que hará girar la realidad para acabar con la brecha salarial, romper los techos de cristal o hacer visible el esfuerzo, el mérito y el nulo reconocimiento de los trabajos no remunerados. No sé si una huelga, conjugada en primera personal del plural femenino, es lo que estaba haciendo falta para crecer hacia una sociedad de iguales, donde todos nos ocupemos de absolutamente todo, en la que obligaciones, derechos, sueldos o respetos no nos agrupen por género. No sé si las acciones que se sucederán este ocho de marzo nos ayudarán a llegar un minuto antes a los verdugos que humillan, desprecian, anulan, silencian, acorralan y matan. No sé si el compromiso puede medirse por horas de huelga, pero sí sé que hay que apoyar con los cinco sentidos cualquier llamada de atención. Sí sé que se comparta o no la oportunidad del paro hay que sumarse a las voces que piden que se ponga punto final a la sinrazón de una sociedad de desiguales. No sé si la huelga huele a gesto o a relevancia, a impacto o trascendencia, pero sus objetivos merecen que nadie se sienta fuera o ajeno. Sí sé que las cosas cambiarán el día que en bares, oficinas, hogares, colegios, redes, prensa, televisión o radios los comentarios machistas o las gracias sin gracia de género sean mirados o escuchadas con desprecio, y no con tanta tolerancia o complicidad. La cultura sí cambiará las cosas. La educación, sobre todo en edades tempranas pero no solo en edades tempranas, dejará atrás el neolítico de género. En el poético autorretrato colectivo de La forma del agua (bendito sea el cine por regalarnos películas así de inolvidables e imprescindibles), Del Toro nos cuenta que los monstruos son criaturas que nos aterrorizan con la fuerza con la que nos describen. El machismo explícito e implícito dejará de retratarnos como país el día que cultural, laboral, familiar y socialmente ese monstruo nos avergüence tanto en público como en privado.

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