el charco hondo

El crédito del descrédito

A mí, que los he votado, a partir de ahora ellos tampoco me representan; pero no porque la casa tenga o no piscina, sino porque a quienes ellos dicen representar, a mí, por ejemplo, la Caja de Ingenieros jamás nos habría dado un crédito a treinta años con un contrato temporal

A mí, que los he votado, a partir de ahora ellos tampoco me representan; pero no porque la casa tenga o no piscina, sino porque a quienes ellos dicen representar, a mí, por ejemplo, la Caja de Ingenieros jamás nos habría dado un crédito a treinta años con un contrato temporal. Punto final. Fin de la cita. Así se lo resumía, al que la acompañaba, una desconocida con quien este sábado compartí grada en un partido de fútbol de categorías inferiores. Su timbre de voz no transpiraba enfado sino disgusto, y ahí está, en la decepción de quienes los han apoyado, el agujero donde Iglesias y Montero han metido a los suyos. Comprarse una casa no es objetable, el pecado es que la financian con un crédito que ninguna entidad financiera concedería a la gente ordinaria, lo que convierte a Iglesias y Montero en extraordinarios, en élite. Su crédito los ha desacreditado. Su consulta a las bases, más egoísta que valiente, los ha retratado. A solo un año de las elecciones, amenazar con dejar descabezado el proyecto si las bases no se convierten en avalistas de su compra conlleva, al socializar el daño político de una decisión de pareja, colocar la evolución de ambos por encima de la revolución en la gobernanza que habían prometido. ¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben seguir al frente de la secretaría general y de la portavocía parlamentaria?, preguntan; eso sí, a posteriori, a casa comprada. Si son tan participativos, bien pudieron someter a la consideración de las bases una decisión que conllevaba un desgaste colectivo. ¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben aceptar un crédito que la Caja de Ingenieros nunca concedería a la gente corriente?, así o algo así. Arrastrar al grupo por sus decisiones particulares empeora el proceder de la pareja. La metamorfosis de Iglesias no ha empezado con lo de la casa. Hace ya algunos años que dejó de hablar en primera persona de plural -en tanto movimiento social- para hacerlo en primera del singular. Muchos decepcionados ni se pronunciarán, dejando la consulta en manos de los incondicionales del líder supremo. Que la derecha esté salivando es lo de menos. El problema de Podemos es que alguien con quien compartí grada este fin de semana ha dejado de sentirse representada por ellos.

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