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Agadir, un paraíso de playas, deportes de naturaleza y montañas amables

Cruce de todos los caminos que comunican con el resto del país y el punto de partido de múltiples excursiones a lugares cercanos, como Essaouira, Taroudant, Marrakech, Tiznit, Ouarzazate o Zagora
Callejón Galería de Arte Esauira
Callejón Galería de Arte Esauira
Callejón Galería de Arte.

Costera, abierta al Atlántico y luminosa, Agadir, la capital de la rica región de Sus Masa, Marruecos, la entrada más cercana de Canarias al continente africano, se extiende tras una fachada de grandes hoteles a lo largo de una playa de algo más de cinco kilómetros de arena blanca. Sus activos están claros. Es la gran apuesta del país al turismo de sol y playa, como complemento a los atractivos monumentales y milenarios del resto de las ciudades más visitadas del país, que ofrecen sus medinas y murallas cargadas de historia y sabor ancestral.

Detrás de su litoral, plagado de sombrillas y hamacas, como cualquier playa caribeña, y de su amplio paseo marítimo, que recuerda al de Las Palmas de Gran Canaria, con restaurantes, cafeterías, terrazas, pastelerías y heladerías, comercios y otros servicios para el visitante, aparece un centro urbano moderno, con amplias avenidas, rotondas y diversos barrios que acogen zonas de compras, su gran Universidad, pequeños zocos, zonas residenciales, parques, grandes centros comerciales de franquicias europeas, una milla de concesionarios de vehículos de marcas multinacionales y, más hacia las afueras, sus campos de cultivos.

Su paseo marítimo recuerda al de Las Palmas de Gran Canaria, con restaurantes, terrazas y comercios.

Modernidad y tradiciones, todo en uno

No es posible dejar de lado en ningún momento la continua mezcla de modernidad y tradición que se respira en todos sus rincones, como tampoco que la región es una de los territorios marroquíes de mayor arraigambre agrícola y pesquera, por lo que podremos disfrutar de las mejores frutas, hortalizas, verduras, frutos secos y especias del país, realmente exquisitos, y una oferta gastronómica en torno a los productos del mar prodigiosa y, lo que es muy importante, a precios muy asequibles.

Después de la lluvia, en Tamri (a 30 km de Agadir en dirección a Esauira)
Después de la lluvia, en Tamri (a 30 km de Agadir en dirección a Esauira).

Sin embargo, Agadir es solo el centro urbano y punto de encuentro de un dilatado litoral de playas kilométricas que comienza a desarrollarse como oferta turística, aunque algunos núcleos, como el de Taghazout, con su emergente urbanización de hoteles y apartamentos residenciales, son ya una referencia internacional en relación al deporte rey de esta parte de Marruecos, el surf. Por ello, ese ambiente se respira por doquier y se puede ver a diario a cientos de jóvenes europeos que transitan descalzos, con sus tablas bajo el brazo, en un continuo ir y venir hacia la costa, porque, con tantas bahías, el catálogo de olas es prácticamente interminable, en un ambiente al más puro estilo California. Se hospedan en pequeñas residencias que crecen como champiñones en los antiguos pueblos pesqueros y acuden a las escuelas de surf, que les transportan en grandes jeeps o pequeños autobuses hasta el borde mismo de las playas, donde reciben sus clases y practican hasta el atardecer entre caballos, camellos y quads, que aprovechan las inmensidades de la arena como escenario de ejercicios y paseos.

Surf en Tamragh
Surf en Tamragh.

La continua mezcla de modernidad y tradición se respira en todos sus rincones.

Pura naturaleza, paisajes, costumbrismos y deportes al aire libre

No obstante, los atractivos de Agadir son muchos, pues su entorno es una sucesión de zonas montañosas en las que no solo es posible encontrar la auténtica naturaleza de sus parajes, el costumbrismo de sus amables gentes, que siguen impertérritas tal como siglos atrás, sino también practicar múltiples actividades de ocio al aire libre, como el trekking, senderismo, equitación, trial en vehículos de cuatro y dos ruedas, espeleología, escalada, yoga o fotografía, entre otros.

También cabe resaltar que estamos en una zona de antiguos grandes ríos, en cuyos márgenes crecen oasis, terrenos cultivados, palmerales y aldeas pintorescas o rutas entre estrechas gargantas de piedra que devuelven los ecos y suelen desembocar en verdaderos vergeles o humedales en los que se encuentran a menudo aves migratorias. Flamencos, ibis negros, garzas reales, gaviotas y un sinfín de pájaros hacen las delicias de los ornitólogos, tanto especialistas como aficionados.

Valee du Paradis
Valee du Paradis

Muy cerca de la ciudad se encuentra la Vallée du Paradis, un espacio natural esculpido en la garganta de uno de estos antiguos ríos, que debió ser muy caudaloso, y que hoy conserva un lecho acuoso con pocetas profundas en las que los jóvenes realizan grandes saltos, emulando a los clavadistas de México; o las Cascadas de Imouzzer, una vistosa cola de caballo justo al lado de quizás el poblado amazigh más puro e intrincado, lleno de callejones y pasadizos, que se encuentran en un entorno de cientos de kilómetros cuadrados.

Deléitate con las mejores frutas y verduras del país y una oferta gastronómica de productos del mar prodigiosa.

Playa Tamragh (Agadir)
Playa Tamragh (Agadir)

Humedales de aves y cocodrilos

Pero, sin ir más lejos, dentro de la propia ciudad se encuentra la desembocadura del río Sus, un gran espacio natural de perspectivas sorprendentes que avanza hacia el mar desde un nivel más bajo y que las aves frecuentan a lo largo de todo el año; o el Crocopark, un recinto al que se accede por un portón en forma de cabeza de saurio con enormes colmillos y en el que es posible observar centenares de ellos entre lagos artificiales, fuentes, toboganes y cascadas, con jardines muy cuidados de flores y plantas exóticas; y Agadir Birds Valley, un parque céntrico en el que es posible apreciar diversas familias de aves y animales mientras paseamos hacia la playa degustando un delicioso helado de argán, almendras y miel; o La Medina, un complejo de edificios árabes rodeado de patios y jardines en el que podemos pasar una deliciosa tarde palaciega tras almorzar en algunos de sus restaurantes.

Cocodrilos (CrocoPark)
Cocodrilos (CrocoPark).

Es Agadir un enclave en continuo movimiento en el que es posible encontrarlo todo, muchas sorpresas que nos salen al paso, muchas compras de artesanías, especias, lámparas, alfombras, cueros, tapices y piezas únicas que realizar, así como el acceso a todo tipo de productos procedentes, a precios africanos, de la Europa más pujante, eso sí, con la gentileza marca de la casa. En última instancia, ahí tendremos, justo en el centro de la capital, su gran Zoco, del que dicen que no hay nada que no se pueda encontrar en él, para sumergirnos en las mil y una noches de los tesoros más sensuales y los aromas especiados del Oriente no tan lejano, o su Mercado Central, con sus exquisiteces gastronómicas.

Desembocadura del río Sus Agadir
Desembocadura del río Sus.

Un cruce de todos los caminos

Y también es Agadir el cruce de todos los caminos de la región que comunican con el resto del país, por lo que representa el punto de partido de múltiples excursiones a lugares cercanos, como Essaouira, la ciudad portentosa y milenaria de callejones estrechos, artística y comercial, bohemia y misteriosa, pequeña e inconmensurable; Taroudant, la abuela de Marrakech, como la llaman por su parecido con la legendaria ciudad roja, pero en miniatura; o Tiznit, el paraíso de la orfebrería en plata, y Tafraout, una villa cuando menos sorprendente por su carácter puro bereber y por la arquitectura de las casas, sus rincones, sus monumentales cantos rodados y un entorno natural realmente espectacular; o hacia Zagora y Ouarzazate, sendas puertas del desierto donde podremos pernoctar en campamentos nómadas en medio de las arenas, eso sí, con todos los lujos inesperados, para contemplar las noches estrelladas, un espectáculo grandioso y único, o perdernos entre las dunas, con guías muy experimentados, a lomos de camellos; y recalar al final de nuestro viaje, con las alforjas llenas de recuerdos, en la legendaria Marrakech, la muralla imperial más celebrada de Marruecos, el lugar de culto de las tradiciones artísticas, intelectuales y artesanas del país en torno a su mítica e insomne plaza Jamaa El Fna, adonde terminan llevando todos los caminos de este país fascinante que es Marruecos.

Essaouira
Essaouira.

Binter vuela directo desde Gran Canaria lunes y viernes, y directo desde Tenerife los miércoles, ambas frecuencias con conexiones de todas las islas.

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Textos y fotografías: Juan Carlos Acosta

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