mis queridos amigos y enemigos

Mis queridos amigos y enemigos: Londres, en busca de mis “arcas perdidas”

Pateé los mercadillos en busca de recuerdos de Canarias y algo hallé; la revista ‘The Illustrated London News’ es una fuente de crónicas sobre el Archipiélago
The Illustrated London News
The Illustrated London News
Un grabado de la carrera de sortijas portuense, publicado en el siglo XIX por The Illustrated London News.

Londres fue una de mis ciudades favoritas. Lamentablemente, hace años que no voy. La última fue hace casi veinte. Mis numerosas estancias en Londres coinciden con mis visitas a sus mercadillos. Y dentro de estos, el de Portobello me encanta. He encontrado en sus tienduchas grabados de Canarias muy interesantes, muchos de ellos extraídos de una gran revista ilustrada, que lamentablemente se ha dejado de publicar hace unos años: The Illustrated London News.

En esta revista publicó la escritora Olivia M. Stone un avance de su obra Tenerife y sus Seis Satélites, que apareció naturalmente en inglés, aunque existe una edición en español, en dos tomos, publicada por el Cabildo de Gran Canaria. Ilustró la primera crónica para el semanario, previa a su libro, con dibujos de su esposo, John Harris Stone, que le acompañó en su intrépido viaje por unas Islas Canarias ancladas en el pasado, a finales del siglo XIX o principios del XX, que ya no recuerdo bien y no tengo los tomos a mano en el momento en que escribo. No es importante este dato en una crónica a vuelapluma.

En Portobello me meto por todas partes. En cierta ocasión recuperé una edición de esta publicación citada, The Illustrated London News, dedicada al jubileo de la reina Victoria, a sus cincuenta años en el trono. Es bellísima, con unas litografías en color realmente impresionantes para la época en las que fueron publicadas. He restaurado la publicación gracias a Desi, de Encuadernación Marrero, y me ha quedado perfecta. Estaba tirada en la calle, con un montón de revistas más, en el citado mercadillo de Portobello, al final de la calle, donde hay un montón de árabes pero también un montón de portugueses.

Otros grabados también han sido rescatados, además de los que compré, cuando podía comprar, en The Map House, una tienda de mapas y grabados antiguos, muchos de ellos procedentes de esta y de otras revistas, en la calle de Beauchamp Place, junto a los almacenes Harrod´s, en Knighbrigde. Allí recogí a Juanito Cruz, cuando él era corresponsal de El País en Londres, en un Rolls Royce. Imaginen la cara que puso. Ya digo, eran otros tiempos. El Rolls no era mío, sino de mi amigo Florentín Castro, que siempre nos lo dejaba cuando íbamos a Londres, con su chófer, un español llamado Antonio que se conocía la ciudad de arriba a abajo.

Entre los grabados que pude conseguir en esa tienda hay uno que ilustra uno de mis libros y que contiene diversas escenas del Puerto de la Cruz de finales del siglo XIX. Y otro, este inédito, de una carrera de sortijas, también en el Puerto de la Cruz, en el parque del Taoro. La calle existe, es bellísima y la utilizan los deportistas y las embarazadas, unos para correr y las otras para pasear por prescripción facultativa.

Empieza en la Chiripa y termina junto al hotel Miramar. Existen en Londres más cosas nuestras de las que pueden imaginar. Nuestra historia, y la derrota de Nelson, están reflejadas, íntegras, en el museo del Loyd´s, la famosa aseguradora, en cuyo archivo se guardan papeles fundamentales de aquel desembarco. Yo edité, hace años, un libro de José Luis García Pérez, inolvidable profesor y amigo, titulado Sitio Litre, parada y fonda en el camino.

El Sitio Litre, hoy abierto al público tras ser adquirido por mi amigo John Lukas, fue visitado por los ilustres británicos que llegaron al Puerto de la Cruz, entre ellos Piazzi Smith, el astrólogo de la reina Victoria, que calculó la altura del Teide con las famosas varas de medir y no se equivocó; el padre de Oscar Wilde, que era médico y ayudó a los galenos locales a combatir una epidemia de peste; la escritora Agatha Christie, que tomó el té en la casa de los Abencrombie; y tantas otras personas. Supongo que también las hermanas Du Cane, que escribieron sobre la isla y pintaron Tenerife, y artistas británicos de renombre, sobre todo pintores. Encontré en Madrid, en una feria del libro viejo y antiguo, la obra de la Du Cane, pero me parece que extravié el libro, o quizá no. Tengo que buscarlo. Era una joya.

The Illustrated London News
Los mapas de Canarias son muy cotizados en la capital británica.

Si tienen la curiosidad de leer al cronista Álvarez Rixo, del cual conservo alguna correspondencia con mi tatarabuelo, y repasan sus Anales o su Miscelánea, se darán cuenta de la cantidad de personajes famosos que visitaron el Puerto de la Cruz y la isla.

Hay un cuaderno, cuyo original posee la familia real de Thailandia, del príncipe de Siam, escrito en alemán antiguo, que visitó la isla y la dibujó, cuando llegó como guardiamarina a bordo del buque germano, en tiempos del káiser, el Victoria Louise. Hacía sus prácticas en aquella nave. Una copia de este cuaderno le fue entregada a Wolfgang Kiessling, el dueño del Loro Parque y cónsul de Thailandia, por la hermana del rey de aquel país. Kiessling entregó esa copia al Ayuntamiento (supongo que figurará en el archivo) y otra a mí. Es muy interesante.

Las Canarias siempre han sido visitadas por personajes muy famosos. De ahí que mis estancias en Londres siempre las haya simultaneado con visitas a los mercadillos donde sé positivamente que voy a encontrar recuerdos de las islas, fundamentalmente de la isla de Tenerife, que era la más visitada, por su belleza y por la curiosidad de los viajeros por conocer el pico del Teide; el Pico, como ellos lo llamaban. Todavía se consiguen ejemplares de la obra de Olivia Stone, en inglés, encuadernados en tapas amarillas, en dos tomos. Y no son caros porque las solicitudes son limitadas. No a todo el mundo se le ocurre ir por ahí persiguiéndolas, por los mercados de libros viejos. La escritora retrató de manera magistral a nuestra sociedad, depauperada y atrasada, con muy pocas excepciones. Lo mismo ocurrió con el espíritu crítico, incisivo, ácido y humorístico de Álvarez Rixo, el mejor cronista -además de alcalde- de la ciudad. De su obra como alcalde se conserva poco más que un viejo chorro en la calle Blanco portuense. Yo creo que se dedicó más a escribir, y lo hacía muy bien, que a sus labores como edil.

Ya digo que siempre recorrí Londres en busca de mis “arcas perdidas” y algo pude rescatar. Todavía se conservan postales de Canarias muy antiguas, pero todo eso ya lo he publicado en siete u ocho libros dedicadas a la postal que constan en mi bibliografía; los originales los doné al Ayuntamiento de Garachico e hice bien, porque parte de mi biblioteca, incluida la colección completa de Canarias Confidencial -la única que existe-, la regalé al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y se las están comiendo las ratas en un cuartucho del viejo convento de los agustinos. Así es como paga mi pueblo los obsequios culturales. Menos mal que el bastón de mando de mi tatarabuelo, alcalde real, con empuñadora de oro, que regalé al Ayuntamiento, creo que lo luce ahora la Virgen del Carmen. Un buen destino, sin duda. Tengo que comprobar si es realmente el original de mi tatarabuelo, con sus iniciales, A.Ch., las mismas que las mías, porque yo me llamo Andrés por él.

Se me ocurrió escribir hoy de todo esto, cuando la sección Mis queridos amigos y enemigos está llegando a su fin. En el periódico me han propuesto otra, agotada esta, que comenzará muy pronto, también los lunes y a doble página. Ya se enterarán cuando el periódico lo crea oportuno.

De momento, sepan que he recorrido mercadillos no sólo de Londres sino de medio mundo, en busca de mis “arcas perdidas”. Lo he conseguido: ahí están los libros publicados, yo creo que bellísimos en los que muestro a mi tierra tal como era. No ha sido fácil. Ni barato. Pero sí rentable.

Que me quiten lo bailado. Ya no viajo tanto, no me apetece. Prefiero vivir de las glorias del pasado y de contemplar lo que he sido capaz de hacer. Revivir el pasado, ni más ni menos, disfrutándolo tanto como si fuera el presente. Quedan muchas cosas que contar, pero todo tiene un límite. Ahora me van a dejar que disfrute de los recuerdos y que ponga, uno de estos días, punto final a esta sección que ha durado creo que tres años, o más. Ya es suficiente.

TE PUEDE INTERESAR