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Un festival con futuro

Si nos atenemos a lo que en rueda de prensa del pasado 18 de septiembre anunciaron los escritores Juan Armas Marcelo y Nicolás Melini

Si nos atenemos a lo que en rueda de prensa del pasado 18 de septiembre anunciaron los escritores Juan Armas Marcelo y Nicolás Melini, cabezas visibles del Festival de Escritores Hispanoamericanos, junto al senador por La Palma, Mariano Hernández Zapata, y la concejala de Cultura del Ayuntamiento, Charo González, Los Llanos de Aridane le asegura larga vida a esta fiesta de las letras. El matrimonio se ha consolidado y no es poca cosa que el poder político haya entendido que todo evento cultural, más allá de los propios beneficios que genera en el ámbito espiritual, trae consigo retribuciones económicas incalculables, que se derraman en la comunidad toda. Pareciera que Los Llanos, con vocación universal, busca una marca, una insignia, por la que pueda ser reconocida a nivel planetario, y halla en este primoroso Festival un mascarón de proa con el cual navegar los mares.

La buena nueva es también importante para el propio mundo de las letras, porque lo que antes se daba como acciones cotidianas –reuniones entre escritores de todo el orbe hispánico–, ahora más bien escasean, dando cuenta de una separación creciente que termina siendo artificial. Si algo queda claro hacia futuro, con un idioma hablado por más de quinientos millones de hablantes, es que la literatura hispanoamericana debe verse como un todo indisociable, pero de diversidad infinita. Sobran las razones para reunirnos, debatir, analizar, valorar y contrastar lo que hacemos en un mundo muy cambiante, porque los parcelamientos más bien empobrecen la cultura. La vitalidad que se percibe en todos los géneros literarios, desde la novela hasta la poesía, invita a propiciar estos encuentros en cualquier punto de la geografía hispanoamericana.

Si las voluntades institucionales se mantienen, el Festival de Los Llanos podría convertirse en el encuentro literario de mayor resonancia para los nuevos tiempos. Si a la constancia sumamos la calidad y la representatividad, el futuro puede ser muy auspicioso. Significaría que Aridane sería una cita obligada para los escritores de todo el orbe hispánico, que el mundo vendría a este valle inclinado de La Palma para festejar las letras de un continente bicéfalo y que los pobladores serían los grandes huéspedes de un debate intelectual de mucha altura.

Finalmente, se apuesta por una historia común, por un idioma compartido, por una literatura pujante. Finalmente, se apuesta por tener un solo rostro ante un mundo cambiante y con no pocos desafíos. No hay libertad como la que se siente cuando uno escribe e inventa mundos imaginarios. En ese campo, el ser humano se eleva a su máxima expresión y da lo mejor de sí. Esto es bueno recordarlo, o contrastarlo, ante la deriva de poder y de propósitos inconfesables que devora al mundo de hoy.

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