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El Irreal Madrid

El Irreal Madrid ha vuelto a perder ayer. No valió la pena que me levantara a deshora para ver el partido. Al final del mismo, me llamó un amigo: “¿Cómo quedaron?”, me preguntó, de vacilón. “No sé, se me fue la luz al descanso”, le mentí. Los aficionados de un equipo que antes no sufríamos jamás, lo estamos pagando. Dios -si es que existe- castiga sin piedra ni palo, tienen toda la razón los que creen en él. Otro amigo mío me dice siempre que hay que creer en él, por si acaso. En fin, que estoy rodeado de amigos que dicen cosas, más o menos extravagantes. Yo, que antes confiaba en el Irreal Madrid, ya ni siquiera tengo fe en este club, en ese presidente y en el equipo de Lopetegui, que tiene pata y media fuera de su cargo. Pero si van a traer a Conte, el que siempre gana por uno a cero, mejor que no, que pongan a Guti, que no sabe nada de nada pero que, al menos, es de la casa. Tiene un dilema Florentino Pérez; ya saben que los ricos también lloran. El Madrid es un dibujo, una caricatura mala de lo que fue. Si don Santiago Bernabéu levantara la cabeza, la metería de nuevo en el hoyo. Ayer volví a coger una calentura, sin necesidad, viendo como todos los porteros malos del mundo les paran los disparos a los futbolistas mejores del mundo. No lo entiendo. El fútbol se ha convertido en un dislate, en el que ya no ganan los buenos sino los malos. Yo creo que es cosa de las casas de apuestas, que practican maleficios; vudús y esas cosas. Pero lo que le ocurre al Irreal Madrid es de otro mundo. Mañana, sin falta, hablo con Florentino.

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