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Ramón Salarich

Si yo fuera dueño de una publicación escrita contrataría, sin dudarlo, a Ramón Salarich (www.salarich.es) para que me dibujara “el chiste” de cada día

Si yo fuera dueño de una publicación escrita contrataría, sin dudarlo, a Ramón Salarich (www.salarich.es) para que me dibujara “el chiste” de cada día. Ramón no sólo es un dibujante excepcional, que trabajó conmigo años, me parece que primero en La Tarde y después en los inicios de este periódico en el que ahora escribo. Con el paso de los años, la trayectoria de este artista catalán -yo creo que más tinerfeño que catalán- ha crecido en la senda de la escultura de gres. El barro y la cerámica son elementos tan nobles como el barro y la madera. Ramón Salarich es un excelente imaginero, que ha creado obras muy importantes que ya andan por todo el país. El otro día lo llamé para que me modelara el escudo familiar y lo bordó. Una preciosidad, con unos relieves magníficos y un colorido excepcional. Y además me hizo un interesante estudio heráldico de la obra. Una vez, Ramón y yo decidimos llamar Bencomo a un burro, que montaba un mago en sus chistes. Alfonso García-Ramos (y la familia Bencomo) pusieron el grito en el cielo y tuvimos que renunciar al nombre del asno. A Salarich me lo encontré en el cuartel, en Hoya Fría; juntos hicimos la revista Atlántida, que dirigía el capitán Carlos Ramos Aspiroz, hoy coronel retirado. Una gran persona y un gran compañero, que fue militar, espía del CNI y periodista. En ocasiones, las tres cosas a la vez. Ramón Salarich, desde hace muchos años, trabaja en Campo Cámara (Granada) y desde su taller exporta su obra a todo el país. Y enseña a sus alumnos. El otro día me dijo, con cierta amargura: “Se me mueren los amigos”. Es más joven que yo y además uno de sus hijos continuará su labor. Búsquenlo en la Internet, vale la pena tener algo suyo.

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