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Disparate de país

Quienes no viven la actualidad española porque les aburre a lo mejor no lo notan, porque a esos les importa todo tres carajos

Quienes no viven la actualidad española porque les aburre a lo mejor no lo notan, porque a esos les importa todo tres carajos. Pero quienes leemos los periódicos y vemos, aunque sea de vez en cuando, la tele, tenemos motivos para estar consternados. España hacía muchos años que no estaba tan mal. Y yo lo achaco a la irrupción de la pléyade de mentecatos, sectarios, caraduras y cínicos en la actividad pública. Gente inmunizada contra la crítica, ceporros inmisericordes, garrulos sin oficio ni beneficio y hasta sudamericanos infiltrados en la vida española, que opinan como si estuvieran en su país, ante la indiferencia general. Que me llamen xenófobo ahora, que es una de sus palabras favoritas. Es tal el lío que el brexit, al lado de la situación española, parece un asunto de segunda. Todo esto también se origina porque al frente del Gobierno está un totufo presumido que sólo se dedica a viajar y a pasear a su mujer; y esta situación no puede durar mucho. A su lado, una serie de culichichis con los sueldos engordados y echando cada vez más culos, ellos y ellas, y cuyo único objetivo es permanecer en el machito, caiga quien caiga. Yo no digo que tengamos una derechona ejemplar, que no la tenemos, pero la izquierdona es aún peor; me parece abominable. Hay quienes se van a jubilar en los cargos sin haber disparado palo al agua, mientras los demás hemos trabajado como cabrones, arriesgando lo que teníamos y lo que no teníamos y pagándole brutalidades de dinero a Hacienda. Esta es la España que quiere desenterrar a Franco, ni más ni menos, y que pretende que los coches anden con electricidad sin emplear un duro en investigar sobre la duración de las baterías, sólo quitando surtidores. Pancho Villa se pasaría el día aplaudiendo. Y Cantinflas.

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