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Marchena y la Virgen del Pilar

Se fue Manuel Marchena antes de llegar, en un acto de dignidad, y ha dado un ejemplo de coherencia y de sensatez, no sólo a los jueces sino a los políticos

Se fue Manuel Marchena antes de llegar, en un acto de dignidad, y ha dado un ejemplo de coherencia y de sensatez, no sólo a los jueces sino a los políticos. Ahora habrá que buscar un nuevo presidente para el Consejo General del Poder Judicial, que lleva inherente la presidencia del Tribunal Supremo. No será fácil y se ha roto el único pacto posible entre el PP y el PSOE. Hay gente en este mundo tan descarada como Cosidó, que me parece que dirigió antañazo la policía, y que no tiene reparos en transmitir por WhatsApp sus tenebrosos pensamientos, que pueden ser también los de su partido derechón. El PP se ha convertido en un nido de espías, pero para espiarse a sí mismo, o sea a Bárcenas, al chófer y a las madres que los parieron. No hay quien entienda a este país porque, incluso, le han colocado una falda con el escudo de la Falange a la Virgen del Pilar. La Virgen del Pilar fue protagonista de una curiosa diatriba periodística entre don Ramón González de Mesa, ilustre abogado, y don Fernando Ballester, no menos ilustre prócer tinerfeño. Escribió don Fernando: “La Virgen del Pilar dice/ que no quiere ser francesa/ mientras en La Tarde escriba/ Ramón González de Mesa”. A lo que el otro respondió: “La Virgen del Pilar dice/ que francesa quiere ser/ mientras en El Día escriba/ don Fernando Ballester”. Y luego se iban a tomar un café. Ustedes disculpen lo disparatado del artículo, pero me veo en la ineludible obligación de estar a la altura de un país del que no se escapa sino el honesto Manuel Marchena. El otro disparate de la semana es que un grupo de señoras -supongo que del barrio madrileño de Salamanca- quiere que la Iglesia canonice a Franco. Oiga, ni tanto ni tan poco; y es que el conejo me riscó la perra.

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