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La visita sorpresa de Trump a Irak y “un tiro por la culata”, por María Rozman

La visita sorpresa del presidente Trump a Irak puede que haya acallado algunas críticas por parte de quienes consideraban que Trump había descuidado a las tropas, eso por lo menos hasta ahora

 

La visita sorpresa del presidente Trump a Irak puede que haya acallado algunas críticas por parte de quienes consideraban que Trump había descuidado a las tropas, eso por lo menos hasta ahora. En medio de una caótica Casa Blanca y la popularidad de Trump por los suelos, esta visita sorpresa se perfilaba como un golpe maestro de distracción, con idea de retomar las riendas por parte de un presidente desesperado  que tuiteaba: “Pobre de mí, estoy solo en la Casa Blanca” y con un cierre de Gobierno en el que tiene como rehenes a casi un millón de empleados federales que no cobrarán, hace que el Congreso se rinda a sus demandas. Sin embargo, el viaje de Trump, organizado como el más riguroso secreto y las mayores medidas de seguridad, ha salido como un tiro por la culata. La visita violó normas de campaña al firmar gorras para los soldados, les mintió diciéndoles que les había subido el sueldo el 10% y ha enfurecido a las autoridades y legisladores iraquíes, por no ser previamente avisado y que ahora exigen la retirada inmediata de las tropas, denunciando que la visita de Trump se ha tomado como un gesto de ocupación y que ya esa época ha pasado. El parlamento iraquí subraya que el presidente de Estados Unidos debe conocer los límites y una invitación de la Casa Blanca para subsanar este error protocolario aún no ha llegado a los políticos de Irak.

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