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Recortar para escribir

González-Ruano se iba cada noche a la cama con un manojo de periódicos y recortaba -sin tijeras- las noticias que le parecían más curiosas para armar sus artículos al día siguiente

González-Ruano se iba cada noche a la cama con un manojo de periódicos y recortaba -sin tijeras- las noticias que le parecían más curiosas para armar sus artículos al día siguiente. Siempre escribía en cafés. Umbral era escritor de cafés también. Eran estilistas, lo recuerdo ahora que la Real Academia acaba de editar su Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Ya lo he comprado y ayuda un montón, aunque la lengua española tiene mucho de lógica y de oído. La izquierdona, con sus manías, se quiere cargar la lengua para hacerla más feminista y esas zarandajas, pero la Academia intenta poner orden, aunque muchas veces yo creo que pueden más los aprendices de políticos que tiene este país. González-Ruano no sabía –igual que Cela- cargar la estilográfica: la iba mojando en el tintero una y otra vez, ignorando el depósito de tinta. La pluma ha pasado a ser un objeto de colección. Yo heredé de mi abuelo una Parker 51 maravillosa. Da gusto escribir con ella, aunque el ordenador se lo ha comido todo. Ruano escribió un artículo en ABC sobre un hombre de pueblo que llega a Madrid, a comprarle un sostén a su mujer, y entra en la mercería con las manos en forma de garra de águila, para explicar a la dependienta que las tetas de su mujer cabían en los huecos. Nunca supe si acertó o no con la talla, es de suponer que sí porque esa gente es sabia y tiene muy tomadas las medidas. Recorté ese artículo pero lamentablemente lo perdí. De vez en cuando me da por tirar cosas, aunque cada vez menos porque ahora lo que me interesa lo encuaderno. Sólo me preocupa la falta de espacio. Cada escritor tiene sus propias manías. Umbral escribía a máquina.

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