en la frontera

Cadena perpetua para un exjefe de Inteligencia

Con alguna frecuencia, con cuentagotas, llegan noticias de la magnitud de la corrupción que existe en un régimen tan autoritario y cerrado como el chino

Con alguna frecuencia, con cuentagotas, llegan noticias de la magnitud de la corrupción que existe en un régimen tan autoritario y cerrado como el chino. Efectivamente, en un sistema comunista, por mucha libertad económica que se pretenda implantar y administrar desde la cúpula, la corrupción, sin independencia judicial y sin controles independientes, es lógico, campa a sus anchas. Es la consecuencia de la dictadura de una élite que gobierna desde décadas con mano de hierro el país.

Así las cosas, que el régimen permita conocer periódicamente algunos datos de la corrupción que se produce en el gigante asiático debe responder a la imperiosa necesidad de comunicar que la lucha contra la corrupción da sus frutos. En este contexto, puede comprenderse la información dada a conocer hace escasos días acerca de la condena a cadena perpetua por corrupción para un exdirector de Inteligencia del régimen chino.

En efecto, Ma Jian, que así se llama este antiguo funcionario que ocupó la dirección de la Inteligencia china entre 1999 y 2014, acaba de ser condenado a cadena perpetua por corrupción y comercio de información privilegiada. En concreto, por haber recibido más de 11 millones de dólares en sobornos en ese período de tiempo y por haber comerciado con información privilegiada en perjuicio del Estado chino.

La información oficial recuerda, tras anunciar la condena de este ex alto funcionario, que el actual presidente del país, Xi Jinping, implacable en la lucha contra la corrupción, ha conseguido desde que asumió el cargo sancionar a más de 1,5 millones de funcionarios del régimen comunista. Desde luego, un número que hace pensar que algo huele a podrido en un sistema en que tantos funcionarios actúan deshonestamente.

FIN Y MEDIOS

El fin no justifica los medios. Es algo bastante claro que, sin embargo, domina la vida de muchas personas. Sabemos que la violación directa de la dignidad humana nunca puede, ni debe, justificarse en atención al buen resultado que pueda producir dicha acción. A pesar de ello, hoy no son pocas las personas que están de acuerdo con planteamientos consecuencialistas o proporcionalistas de la Ética, porque lo importante es la eficacia, la eficiencia, el objetivo; el resultado que, llegado el caso, legitimaría acciones claramente antiéticas en las que, lo único importante es buscar, como sea, y al precio que sea, el resultado deseado.

Ciertamente, no hay Ética que pueda renunciar a las consecuencias de los actos, porque es absolutamente imposible definir un acto sin considerar sus efectos. Y no se trata de convicción o de responsabilidad, sino de la realidad de las cosas. Así de claro.

TE PUEDE INTERESAR