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La lluvia salva a Garafía de su primer gran incendio en pleno invierno

Tras cuatro horas de lucha contra el fuego en el barrio de Llano Negro, el operativo contraincendios respiraba aliviado con la llegada de fuertes precipitaciones y la bajada de las temperaturas


Una intensa lluvia que comenzó a caer con persistencia sobre el municipio de Garafía a las 22:30 horas de ayer, logró ahuyentar la amenaza de un nuevo gran incendio en la Villa norteña, tras cuatro angustiosas horas de lucha contra las llamas por parte de un operativo de cerca de un centenar de personas, y mientras la Unidad Militar de Emergencias (UME), se trasladaba a La Palma vía marítima para sumarse al operativo a primera hora de hoy.

El incendio, en medio de unas condiciones climáticas más propias del verano, y en una zona donde no se registran precipitaciones desde hace dos meses, se declaraba sobre las 18:30 horas en Garafía, en la zona de Llano Negro, obligando a desalojar una decena de viviendas y movilizando un numeroso operativo compuesto por agentes de Medio Ambiente, Tragsa, Bomberos Voluntarios y Protección Civil.

Hasta dos focos distintos del incendio avanzaron durante cuatro horas en dos direcciones hasta que se inició la lluvia, uno de ellos hacia el norte, en un entorno de monte bajo y tras la estación de servicio y la gasolinera de la localidad, protegida por los bomberos voluntarios, mientras que otro lo hacía en dirección a San Antonio del Monte. El incendio, en pleno mes de febrero y cuyas causas aún se desconocen, fue atacado con “enorme prontitud” tras la voz de alarma registrada por el Centro Coordinador de Emergencias (CECOPIN), uno de los condicionantes que “evitó su rápida extensión”, según explicaron fuentes autorizadas del operativo contraincendios del área de Medio Ambiente.

Algunos de los responsables hablaban de “un temor optimista” apenas una hora antes de que comenzase a llover, ante una rápida bajada de las temperaturas y la presencia de nubes bajas que hacían presagiar que el siniestro podía ser anulado si se producía el milagro. Y sucedió. Los vecinos respiraban aliviados ante lo que podía haber sido otro de los grandes siniestros forestales de la Villa norteña, consciente de habitar una zona de alto riesgo de incendio, no solo dentro del territorio insular, sino nacional.

El último gran fuego que sufrió el municipio se registró el 6 de septiembre de 2005, cuando durante ocho largos días arrasó 1.890 hectáreas de masa boscosa y cuando fue necesaria la intervención de 794 personas y una treintena de medios aéreos y terrestres. El grupo de personas desalojadas de sus hogares fueron instaladas en el un albergue del mismo barrio habilitado por personal de Cruz Roja, mientras que otros pocos optaron por desplazarse a casas de amigos y familiares. La Palma, con más de un 80% de masa boscosa y parte del mapa de los denominados GIG (grandes incendios forestales) mantiene activa la alerta contraincendios con un amplio operativo que, por primera vez en su historia, ha tenido que enfrentarse a la amenaza del fuego en pleno mes de febrero.

 

 

 

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