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La justicia

No creo en la justicia divina, por lo que parece imposible que crea en la humana. En la diaria lectura de la prensa me encuentro con sentencias de los jueces que responden a la subjetiva condición del hombre, como no podría ser de otra manera, ya que el ser humano es un sujeto, no un objeto. Ahora, la Audiencia Provincial de Granada ha condenado a cinco años de cárcel a Juana Rivas, la mujer que desobedeció la orden de entregar a sus hijos a su padre italiano, un individuo al que ella estima de dudosa reputación. Las sentencias hay que cumplirlas, porque de lo contrario la justicia sería un cachondeo, como dijo Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez, que no fue condenado por tamaño aserto. Pero, ¿por qué Juana Rivas sí y Torra no? Acaba de ordenarle la Junta Electoral que retire los símbolos independentistas de los frontispicios de los edificios oficiales. Y no sólo no lo ha hecho, sino que los ha reforzado. ¿Por qué Juana Rivas tiene que ir a la cárcel y Torra, igual de desobediente, no? Existen otros jueces llenos de sentido común. En 2010, el rey Baltasar lanzó un caramelo contra un ojo de una señora, en Huelva, durante la cabalgata. Y la afectada denunció el asunto en un juzgado de Instrucción. El magistrado Javier Pérez Minaya dijo, en su sentencia, sin reconocer propiamente su amistad con el mago de Oriente, que éste, con el concurso de Gaspar y Melchor, le habían venido ofreciendo “anhelados presentes” desde que (el juez) tenía uso de razón, cada 6 de enero. Y recomendaba a la señora que acudiera a un contencioso-administrativo, no a la jurisdicción penal. Además dudaba de su competencia para juzgar el caso, ya que hace más de 2.000 años que se viene investigando la procedencia exacta de los reyes magos, por lo que estaríamos ante un conflicto de Derecho Internacional. Genial.

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