Algo tiene la política que convierte a personas aparentemente sensatas en unos demagogos de tomo y lomo, o en unos ambiciosos desatados que, con tal de obtener el poder, son capaces de prometer aquello que la razón y la lógica no puede avalar.
Sucede con Ana Oramas, la diputada nacionalista, que ha llegado a reivindicar que las pensiones no contributivas se equiparan al salario mínimo interprofesional. Una medida que haría saltar por los aires, antes de lo previsto, el sistema de la Seguridad Social.