tribuna

El día ‘del revés’

El paso del Rubicón es hoy. Así que la suerte está echada. ¿Para qué sirven las elecciones, la democracia, los periódicos...?

El paso del Rubicón es hoy. Así que la suerte está echada. ¿Para qué sirven las elecciones, la democracia, los periódicos…? Veamos esto último. Políticamente, es un secreto a voces la importancia que en las Islas se le concede a una cabecera de periódico, y no es cuestión ahora de ponernos a discutir sobre el valor geoestratégico que -valga esta hipérbole- otorga el poder al control de los medios. En la eterna lucha de poderes, esta es una de las contiendas clásicas, y a menudo la prensa acaba sometiéndose al poder. Pero no siempre, y no toda la prensa. De ahí la pregunta, que encubre una consideración emancipatoria. Gobernar sin periódicos resulta, por lo visto, arriesgado, si no se profesa una fe arraigada en la democracia y sus valores y equilibrios. Y nos hemos olvidado de que la verdadera importancia de los periódicos sigue siendo la única que, en esencia, tienen y deberían tener: su importancia social.

Esta es una cuestión central que nos atañe a quienes trabajamos en periódicos, pero que en la crisis del oficio es un asunto que subyace en las conversaciones y contactos entre empresarios y políticos. Y es parte, no menor, de lo que se cuece hoy en esta especie de plebiscito. Si hay cambio político en Canarias este domingo no será mérito y obra de un periódico, de este ni de ningún otro. Y si no lo hay será responsabilidad exclusiva de los partidos y sus dirigentes. Y de nadie más. Cualquier observador imparcial de la necrofagia política insular intervendría en el debate con el diagnóstico empleado a menudo respecto a situaciones externas de descomposición y finamiento. Las apariencias no engañan. En Canarias el modelo está agotado. Y aquí entra a desempeñar su papel todo periodico que se precie en un momento crucial. Cabe mirar para otro lado o revelar los hechos tal cual son. Estamos donde siempre, en esa disyuntiva.

Una de tantas campañas solidarias de rebeldía ha propuesto el 24 de mayo ponerse “del revés” por un día -llevar una prenda así adrede o dar la vuelta a la foto de perfil en las redes sociales- para cambiar el mundo.

¿Qué ha de hacer un periódico en mitad de una transformación social? La información es el nervio; el motor del cambio es la ciudadanía que acude a votar. Los partidos son los protagonistas del hecho histórico de cada mutación del gobierno. En ocasiones, emergen las fuerzas de un cambio, de abajo arriba, y son periódicos, cada equis años y se producen en tiempo y forma cuando corresponde. ¿Es hoy la hora del cambio en Canarias? Solo lo saben las urnas, pero hoy se inicia sin duda un proceso que tiene que ver con un cambio histórico. Nada ya será igual, más allá de mañana. Habrá quienes cambien de barco y quienes resistan numantinamente, y quienes entren por primera vez en acción. Pero el cambio es irreversible, la sociedad se dispone a salir adelante sin pérdida de tiempo. ¿Quedarán extinguidos los hábitos políticos del auge del fulanismo heredado desde la Primera Restauración que ha hecho tanto daño al modelo de partidos integrales -e íntegros- primando las camarillas y nichos clientelares, lobos y lobbies que maniobran en la sombra y urden pactos al margen del interés general? Conviene al buen fin de todo cambio. Llegados a ciertos límites, lo siguiente si no se actúa con reflejos y generosidad es la cólera, los endriagos, el cisma social. Nada será de la noche a la mañana, pero será. Nunca antes hubo tales pulsaciones en la calle, ni tal consenso al respecto en los distintos debates celebrados en esta campaña electoral. Venimos de un ciclo largo de poder y vamos hacia un nuevo siglo con el poder de los votos y la confluencia de viejos y nuevos actores obligados a cruzar el mítico riachuelo en mitad de las aguas turbulentas.

El atasco metafórico de nuestras carreteras, puesto de relieve estos días, ilustra un estado de cosas que aboca al cambio. Como en el cuento de Cortázar La autopista del sur, sobre un embotellamiento crónico, la imagen de la Isla al cabo de decenios de desidia en carreteras y tráfico es esa, la de un colapso exasperante. Y esa sensación de colapso se proyecta de carreteras a hospitales y de listas de espera a las colas del paro. El colapso es neurálgico, paraliza todo el sistema social.

¿Para qué sirven los periódicos? Airear los problemas de la gente resulta revolucionario allí donde impera cierta capa de silencio. No es la letanía de un periódico revirado que mete el dedo en las llagas del poder. Todas las medallas que no cuelgan de la pechera de un Gobierno son los trofeos caídos de una mala gestión. Y no es el derecho, sino el deber de un periódico cabal airear los trapos sucios en la función de contrapoder que indaga en la etiología de los escándalos de corrupción. “En momentos de crisis política, los medios independientes tienen más autoridad moral para investigar”, afirma en las páginas siguientes Bob Woodward, que asoma hoy a DIARIO DE AVISOS porque hoy es hoy.

¿Para qué sirven los periódicos? Para informar sobre las deformidades del sistema público que provocan graves desigualdades y exigen rápidas medidas resolutivas o son caldo de cultivo de detonaciones sociales fuera de control. Las Islas no están a salvo de polvorines que cobraron cuerpo en España y Europa de la noche a la mañana, algunos muy recientes. El cambio es una cuestión preventiva de primera necesidad, habida cuentas los índices que afean la tarjeta de presentación de nuestra comunidad autónoma en los rankings del Estado.

Cubrimos la protesta de Añaza con éxito, y ahora hacemos lo mismo con los inquilinos de Visocan y los de las casas con aluminosis en Las Chumberas y otras urbanizaciones. Sirve, y tanto que sirve, un periódico para evitar desahucios de familias con menores de edad o para encender las alarmas de las saturaciones hospitalarias y presionar a las autoridades para que costeen los tratamientos de los niños con fibrosis quística que viven al borde de la asfixia. Los periódicos no pueden quedarse de brazos cruzados mientras se caen las piezas del puzle a su alrededor. El poder es un castillo de naipes.

Es cierto, como decía Borges, que hay un “olor del café y de los periodicos, el domingo y su tedio”. Tal día como hoy. ¿Para qué sirve la poesía?, le preguntaron al argentino y respondió: “¿Para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirven las caricias? ¿Para qué sirve el olor del café? La poesía sirve para el placer, para la emoción, para vivir”. ¿Para qué sirven los periódicos? Para contar las cosas que no funcionan y cambiarlas del revés.

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