día de canarias

Lanzarote: esencia de naturalidad

Siete municipios y miles de atractivos componen una isla que ha sabido ir adaptándose y adelantándose a todos los tiempos
El PP cree "innecesario y contraproducente" declarar Lanzarote isla turística saturada
Parque nacional de Timanfaya (Lanzarote). DA
Parque nacional de Timanfaya (Lanzarote). DA

Lanzarote, la más oriental de las Islas Canarias, es un paraíso natural de algo más de 800 kilómetros cuadrados donde sus habitantes han sabido vivir exprimiendo los recursos naturales de un territorio declarado Reserva Natural de la Biosfera por la Unesco allá por 1993. Y es que Lanzarote es natural, es una isla viva, con una compleja sencillez donde las múltiples combinaciones de su geografía dan lugar a maravillas repartidas por sus siete municipios, Arrecife, Haría, San Bartolomé, Teguise, Tías, Tinajo y Yaiza.

Sesenta y dos kilómetros de norte a sur, 21 kilómetros de este a oeste y mucho que ver y que disfrutar en la Isla del Fuego, donde su población no pasa de 150.000 habitantes, que aprovecharon históricamente las características del territorio para sacarle partido a la agricultura, la ganadería y la pesca. Implementaron formas de cultivo únicas a innovadoras que, con el tiempo, no han caído en el desuso y han sido ejemplo para otros lugares con características volcánicas similares y con capacidad para reinventarse para asumir los tiempos que han ido llegando.

Lanzarote es riqueza visual y artística. La Geria es uno de sus paisajes más típicos, esa protección de una vid que le ha dado denominación de origen a un lugar que tuvo épocas de hambruna y, sin embargo, ahora vive de frente al mundo que la visita. Mucha culpa de ello la tiene César Manrique, el artista local del que se cumplen 100 años de su nacimiento y que fue artífice, junto a algunos políticos locales de las década de los 60 y los 70, de la explosión y explotación turística del territorio conejero. El arte del malogrado Manrique adorna su isla casi de norte a sur y de este a oeste, convirtiendo en atracción turística cualquier lugar que quedara de su mano. El portugués José Saramago ganó el Nobel viviendo y escribiendo en la isla, con lo que el galardón glorificó aún más este rincón conejero del mundo.

Sin salirse de la estética volcánica de la Isla, Manrique supo dibujar una Lanzarote que conserva una naturaleza potenciada por la mano del artista. Elementos naturales, patrimonio local, playas, sol, clima privilegiado, gastronomía y lugares de obligada visita, como la Cueva de los Verdes, los Jameos del Agua, el Mirador del Río, la misma casa de César Manrique y el Parque Nacional de Timanfaya.

Lanzarote nunca le dio la espalda a otro de sus recursos, el mar. Las salinas, paisaje habitual conejero, seña de identidad de un pueblo que ha sabido ir adaptándose a los nuevos tiempos con proyectos de sostenibilidad, de cuidado medioambiental escrupuloso.

El crecimiento de su población se debe, en buena parte, a una buena cantidad de foráneos identificados con lo que han encontrado en la Isla, un paraíso natural del que se enamoraron y que es visible para el resto del mundo también a través del deporte, de la actividad náutica, del Ironman del que disfrutan en el mes de mayo y está considerado como una de las pruebas más duras del mundo.
Todo es esencia natural, todo esto es Lanzarote.

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