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La maquinita

No sé si Fernando Clavijo juega al Candy Crush o a otro, pero se pasa el puto día con la maquinita, igual que le ocurría a Celia Villalobos. Y no hace otra cosa. Perdió los pactos por el Candy Crush y a Coalición Canaria no lo hundieron los de la primera parte contratante sino el mismísimo Candy Crush. Y así son las cosas de los jueguitos por la Internet, que te dejan con el culo al aire en un plis/plas y pierdes mucho tiempo, o con el Candy Crush o haciendo solitarios, modalidad que en su término electrónico -ahórrense los malos pensamientos- practica Clavijo muchas horas del día. Un presidente que hace -continuamente- solitarios no es un presidente serio, sino un chiquilicuatre. Si a eso añadimos la juvenil mochila, similar a la que usaba Marito el de Cafrune, pues tendremos un presidente demasiado joven para serlo. Acabó como él dejó a Paulino Rivero, con la diferencia de que Paulino no le da a la máquina porque al mago nunca le ha gustado la electrónica; y de la Internet, lo justo. El otro día me escribió un desocupado lector para darme el nombre de pila de Pulgoso, el perro como el que se ríe ahora Rivero: Lindo; pulgoso se llama Lindo Pulgoso, que tampoco hace solitarios ni juega al Candy Crush. Pobre Clavijo, atado a una maquinita cuando tenía que haber agarrado los cuernos del pacto en la primera hora y no dejando moverse a Casimiro. Y así estamos, con Matos en la Presidencia del Parlamento de Canarias y Ángel Víctor a punto de ser nombrado presidente y de formar Gobierno. Sin maquinita.

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