el charco hondo

Pactos de agua que cae desde cierta altura

Se dijo, esta vez no habrá pactos en cascada; el mapa político es otro, así que otro debe ser el marco de negociación. Nunca más. Punto final. Adiós a los acuerdos en cascada, a los packs, al uso y costumbre de negociar por lotes. En adelante, dijeron, cada cual será libre de buscarse en la institución correspondiente los socios que considere. Libertad, libertad, sin ira, libertad. Tú a Boston, yo a Nueva York. El intercambio de cromos, alcaldías, consejerías y cabildos dormiría plácidamente en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado nos parece mejor, volver la vista atrás es bueno a veces, mirar hacia delante es vivir sin temor. Se dijo, sí. Repitieron de sol a sol que esta vez no, qué no, qué va, pero después del domingo electoral siempre asoma el lunes, y desnudos al amanecer encontró la luna a los partidos de siempre (y a los otros) enredados en la telaraña de toda la vida, condenados a negociar en un sitio con tres de los cinco sentidos en otro y el que les sobra un poco más allá, sumergidos en el trueque de los siglos de los siglos, mercadeando con alcaldías, consejerías y cabildos agrupados sobre el tapete de la mesa, jugando al póker, moviéndose de tablero en tablero como lo hacen los maestros en las simultáneas de ajedrez, condicionado aquí a lo que ocurra allá, apretando en una institución para amarrar en otra. Si a lo que están haciendo no quieren llamarlo pactos en cascada (ora porque les da la risa, ora por vergüenza torera), resuélvanlo explicando que esta vez se está negociando como lo hace la corriente de agua que cae desde cierta altura a causa de un brusco desnivel en su cauce. Sí, dicho así tiene toda la pinta de ser una cascada, pero la idea consiste en huir del término refugiándose en su definición, de tal manera que sigan siendo pactos en cascada pero que suene a otra cosa, a nuevo. Las negociaciones están donde han estado siempre, con los partidos pactando sobre una corriente de agua que cae desde el Gobierno, y a causa de un brusco desnivel impacta en el cauce de cabildos y ayuntamientos (aunque, si de pactos hablamos, el agua a veces corre de Gobierno hacia abajo, pero otras de cabildos o ayuntamientos hacia arriba).

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