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Ya nadie habla de Franco

Una vez que P.S. se ha vuelto a montar en el Falcon, se le olvidó Franco. Desde que no se habla de Franco va menos gente a Cuelgamuros

Una vez que P.S. se ha vuelto a montar en el Falcon, se le olvidó Franco. Desde que no se habla de Franco va menos gente a Cuelgamuros; ahora bien, vuélvanlo a intentar y se llenará la basílica hasta la cúpula, incluso de turistas que no saben quién fue el viejo general. La moda volverá, porque el difunto dictador vende un huevo. Franco se queda en el Valle de los Caídos y P.S. regresa al Falcon, que ya conoce los pedos de los miembros del Gobierno anterior y los suyos (de P.S.) propios. España entera es vintage. Bermúdez desaprovechó la oportunidad de limpiar y conservar la estatua de Juan de Ávalos, en la esquina de la rambla y Anaga, cuya inauguración yo aplaudí, siendo arquero, a las órdenes de aquel poncio trasnochado, franquista y denso que era el doctor Juan Pablos Abril. En fin, que como tengo la edad que tengo, he vivido la historia de España que nos ha tocado y ahora me divierte. Entonces se publicaba en los periódicos locales la lista de donantes para sufragar la estatua. Alguno, prudente, ponía: Anónimo, 1.000 pesetas: era un cualquiera de la izquierda temerosa, que deseaba quedar bien, pero preservaba su nombre para la historia, por si acaso. Otros, como don Cándido, más desinhibidos, pasaron tres veces ante el cadáver del dictador, dando la nota. Pero -y es una pena- ahora nadie habla de Franco y ha quedado a la mitad su otra tumba en El Pardo. Pues que depositen en el hueco resultante el brazo de Santa Teresa y ya está. De esta forma no crearemos cenotafios, que son tumbas vacías, sino sepulcros, o sea tumbas llenas de muertos. España es país de sepulcros (blanqueados) no de cenotafios, como el del famoso marqués de Juan del Castillo, en los jardines Victoria de la Villa.

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