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Amanecer

Durante el debate de investidura, el nuevo presidente del Gobierno canario advirtió de “que nos tengan miedo los que quieran mantener sus privilegios”, e incluyó también entre los amenazados a los que cometan otros pecados de ese tipo. Y es curioso que nadie lo haya comentado -y menos criticado-; deben ser los nuevos aires de la política canaria. Porque precisamente en una democracia ningún ciudadano debe tener miedo, ningún ciudadano debe sentirse amenazado. Los Gobiernos de turno -democráticamente elegidos- deciden e implementan sus políticas; la oposición hace su trabajo de oponerse y denunciar; y los medios y los ciudadanos opinamos, criticamos o apoyamos según nuestra ideología y nuestros intereses. Y si consideramos conculcados nuestros derechos, recurrimos en vía administrativa o acudimos a los tribunales. Pero nadie debe sentir miedo, nadie debe sentirse amenazado, al contrario que en las dictaduras.

Aunque ellos mismos y los medios lo afirman, el PSOE de Pedro Sánchez no es un partido socialdemócrata, es decir, no marxista y moderado por Bernstein, como, en su día, fue el de Jerónimo Saavedra, y como era el de Susana Díaz y el de los socialistas represaliados por el sanchismo en castigo por haberse abstenido en la investidura de Rajoy y haber expulsado a Sánchez de la secretaría general del partido (ahora se atreven a pedirle a Casado y Rivera que se abstengan). Por lo que atañe a Torres, desconocemos la intensidad y extensión de sus lecturas de Marx, pero resultan sorprendentes sus amenazas y su mención del miedo. Tampoco entendemos por qué la izquierda tiene el monopolio del progreso, y un Gobierno de liberales y conservadores, por ejemplo, no puede ser de progreso.

En cuanto al centroderecha canario, el balance postelectoral es desolador. Sus negociaciones y sus negociadores fueron torpes, premiosos y despistados. Y sus jefes de Madrid evidenciaron estar en la inopia y no valorar la solidez del Pacto de las Flores. Como los jefes de Coalición Canaria, que se han ganado a pulso haber sido barridos de la política canaria. Se supone que la gente de Paulino Rivero, defenestrado por los ahora perdedores, tomará cartas en el asunto. El Partido Popular es un partido muy estructurado y jerárquico; por eso sorprende tanto la rebelión de Asier Antona (que apoyó a Soraya contra Casado) y los palmeros. En lo que se refiere a sus luchas internas, el partido lleva mucho tiempo desaprovechando las cualidades personales y políticas de Australia Navarro, y así les va.

Lo de Ciudadanos merece mención aparte. Sus votantes han descubierto que han votado al PSOE, y que sus candidatos elegidos se escudan en las siglas del partido para tomar sus propias decisiones y presuntamente defender sus intereses, que algunos medios llegan a calificar de inconfesables. El partido sufre una gravísima crisis en todo el país, y en Canarias esta crisis se manifiesta con particular intensidad. Si quieren seguir por ese camino, deberían pedir consejo a Rosa Díez: ella sabe cómo destruir un partido y sus expectativas en poco tiempo.

En la película del expresionista Murnau, la luz de la mañana hace que todo termine felizmente y el miedo desaparezca. En las Islas no estamos muy seguros de que suceda lo mismo, pero, en cualquier caso, el antiguo régimen ha terminado y en Canarias empieza a amanecer.

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