quiebra de thomas cook

Ecos de incertidumbre tras la caída de Thomas Cook

Los turistas británicos vuelven poco a poco a casa, mientras los trabajadores consideran que el impacto de la caída del turoperador británico se notará en los próximos meses
turistas británicos en uno de los vuelos repatriación con destino al reino unido. Sergio Méndez
turistas británicos en uno de los vuelos repatriación con destino al reino unido. Sergio Méndez
turistas británicos en uno de los vuelos repatriación con destino al reino unido. Sergio Méndez

La rueda de la economía parecía seguir moviéndose ayer al mediodía en la zona de La Paz, en el Puerto de la Cruz, a pesar de la caída del turoperador Thomas Cook y de que el día tenía un color plomizo que no incitaba a tener demasiadas esperanzas. Pero la economía, a veces, es como un rabo de lagartija que no para de moverse después del tajo brutal, pero que al final da los últimos coletazos.

En el hotel Teide Mar, Santi, que tiene 57 años, seguía en la recepción del hotel, que es lo que lleva haciendo desde el año 1978, en el mismo lugar, “Me encanta este despacho”, afirmaba mirando a la recepción. Dice Santi que está tranquilo, a pesar de que una parte muy importante del negocio del hotel lo hacen con Thomas Cook. “Pero aunque los ingleses son importantes, aquí tienen mucho más peso los alemanes que vienen en Cóndor y los escandinavos, y esas dos empresas de Thomas Cook no han caído”, recuerda. Según Santi, habrá que esperar a octubre para notar de verdad el impacto de la quiebra del turoperador británico.

“Esta gente se volvió loca comprando hoteles, aviones, gastándose dinero… ¿Y al final quién los rescata? Nosotros, con nuestras nóminas. Siempre pagan los mismos, los que quieren disfrutar tranquilos de unas vacaciones, los que no molestan a nadie”.

preocupación en jefes y empleados

A unos pocos metros, en la oficina, Nuria revisa las reservas. Tiene treinta años y lleva seis en el hotel, nueve en el sector. Siente “incertidumbre” por lo que pueda pasar. “Si no hay turistas, no hay trabajo, así de simple”. En estos días, Thomas Cook ni siquiera se ha puesto en contacto con ellos para cancelar las reservas con origen en Reino Unido. Como si hubieran ido a por tabaco y no hubieran regresado jamás. Afortunadamente, el hotel está al 90% y solo seis personas son británicos que vinieron con Thomas Cook. Para octubre, dice que algunos de los que habían comprado un paquete de viaje con el turoperador anglosajón se han puesto en contacto con ellos para venir de otra manera.

“El problema es que las cosas ya estaban un poco complicadas. Y ahora, con esto, todo se pone peor”, cuenta Isidora, de 47 años, que lleva trabajando 23 en una tienda de souvenirs, a la que ha dedicado toda su vida laboral. “Claro que mis jefes están preocupados. Ellos son un poco pesimistas, y con esto van a estarlo más. Esperemos que la temporada que empieza, con escandinavos y alemanes, no sea mala”.

En el Sandra’s Café, su dueña, Sandra, y la persona que trabaja junto a ella, Antonella, charlan animadamente con los clientes y un amigo mientras se toman un café y se fuman un cigarrillo. No parcen muy agobiadas, pero tienen claro que les va a afectar: “Esto, el dinero que saca, es 100% del turismo”, cuenta Sandra. “Nosotros servimos bastantes desayunos a clientes del hotel que han comprado un paquete que solo incluye el alojamiento”, dice Antonella. En este contexto de incertidumbre, Sandra ya ha tomado una decisión: este año, en vez de cuatro personas trabajando en temporada alta, ya solo estarán ellas dos y alguien más a media jornada. Empieza el paro. “No solo debería preocuparnos a nosotros, que vivimos directamente de esto, también al resto de la gente, porque nos afecta a todos”, afirma Loli, trabajadora de Apartamentos Masaru. “Esto es una cadena que va a traer mucha cola, proveedores, restaurantes, todos estamos conectados”, afirma uno de los recepcionistas del Hotel Garoé, que está preocupado y teme el batacazo de octubre, aunque su hotel no es excesivamente despendiente de Thomas Cook.

“Esto va a tener una repercusión drástica”, afirma Francisco Sánchez, secretario general de la Federación de Servicios de UGT-Canarias. “Y va a ser a corto plazo. Primero, en el empleo que se pierda, y luego, en un aumento de la precariedad laboral, porque los que se queden trabajando tendrán que asumir mayores cargas laborales.

Para Sánchez, esto no es una crisis más, se trata de “un auténtico mazazo”. Está el impago de facturas de varios meses por parte de Thomas Cook, que serán muy difíciles de recuperar para los empresarios. Y luego, asegura, la necesidad de reponer a los que van a dejar de venir por la cancelación de sus viajes. A Sánchez no le alivia demasiado que Cóndor y la parte escandinava de Thomas Cook puedan salvarse: “Eso es un parche, y no necesitamos parches”. Y cuenta que ya hay varios empresarios que le han llamado para contarle que están haciendo cuentas y que tendrán que reunirse pronto.

“Yo, lo que les puedo pedir es que, durante un periodo corto, mantengan la plantilla, pero tiene que haber soluciones urgentes, porque algunos de esos hoteles se van a quedar con una ocupación de entre el 25% y el 35%, cuando estimaban una del 80”.

Según Sánchez, “esto no es una guerra sindical ni una guerra política”. Él defiende un plan conjunto: “Se trata de que todos pidamos lo mismo y hagamos lo mismo, no que unos vayan por un lado pidiendo una rebaja de las tasas aéreas y otros por otro lado pidiendo cosas diferentes”. Lo crucial, para él, es asegurar una conectividad aérea con las islas que sea estable y segura.

Los empresarios, por su lado, han pedido un rescate del sector al Gobierno central, pues calculan que los impagos que deja Thomas Cook oscilan entre los 140 y los 160 millones de euros. Proponen que el Gobierno cree una sociedad que asuma esa deuda y luego se la reclame al Gobierno británico, al más puro estilo rescate bancario, que los contribuyentes españoles pagaron diligentemente en la época de Rajoy sin haber visto devuelto el dinero pagado.

En los hoteles, este periodista ha intentado hablar con tres directivos, con escaso éxito. “No hablo con la prensa”, afirmaba uno. “Están reunidos y va para largo”, decía un diligente recepcionista. “Esto se nos queda un poco grande y la compañía no nos deja hablar”, comentaba otro.
Hasta que, al filo del atardecer, nos atiende Juanjo Hernández, avisado por la recepcionista de que alguien necesitaba, con cierta urgencia y ansiedad, hablar con un empresario y directivo hotelero. La cosa fue por casualidad: cabizbajo, el periodista se disponía a volver a casa después de pasar por el Hotel El Tope, donde ya no había ningún directivo. Así que, en un último intento, casi siempre el más fructífero, se metió en los Apartamentos Casablanca, fundados en 1978.

“Se veía venir”

Con una plantilla estable de 70 trabajadores, los apartamentos Casablanca parecen Suecia, aguantando las contingencias con una plantilla fija. Manuela y María José, recepcionistas, y Gabi, botones, llevan toda la vida, y eso que Gabi empezó con 16, hace 15 años. “Yo no me meto con cómo se hacen las cosas en cada casa”, afirma Juanjo Hernández, “pero nosotros estamos contentos con lo que hacemos”.

Según Hernández, lo de Thomas Cook se veía venir y, evidentemente, les está afectando bastante. Pero se encuentran “bien, nos va la vida en ello”, y ya están buscando otros turoperadores con los que trabajar. Y tienen una ventaja: muchos de esos clientes que viajan con Thomas Cook llevan toda la vida pasando temporadas allí, así que buscan la manera de volver.

Es lo que tiene la cercanía en medio de tanta fluidez. “Nosotros aquí somos como una familia”, afirma Manuela. Y no parecía broma.

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