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La nueva mayoría se hace ver en el Parlamento

El vicepresidente regional Román Rodríguez (NC) pone en evidencia la gestión presupuestaria del Ejecutivo de Coalición Canaria en un pleno donde la izquierda empezó a ejercer su papel de Gobierno
Un instante de la sesión plenaria de ayer que abrió el nuevo curso político en Canarias. Sergio Méndez
Un instante de la sesión plenaria de ayer que abrió el nuevo curso político en Canarias. Sergio Méndez
Un instante de la sesión plenaria de ayer que abrió el nuevo curso político en Canarias. Sergio Méndez

Rosa Dávila le había hecho una réplica enérgica a Román Rodríguez en el debate sobre la mala herencia presupuestaria que ha dejado CC, “Están todo el día quejándose”, “Les ha entrado el miedo escénico”, “¿No iban ustedes a bajar las listas de espera, a universalizar la educación de 0 a 3 años, a invertir el 5% del PIB en educación, a implantar la renta de ciudadanía, a crear más empleo”. “Esta tierra no está para perder el tiempo”. “Hay trabajo que hacer: o lo hace, o se quita”.

Pero en su dúplica, Rodríguez se sacó un informe, uno de esos plastificados y trasparentes que dejan a la vista las letras del primer folio, de esos que se dan al sucesor en el cargo para que sepa en qué situación se queda todo. Era el que Dávila le había pasado en su día a Román Rodríguez, pero tenía truco: no daba la cifra de gasto y déficit excesivos, los dos parámetros por los que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal y el Ministerio de Hacienda han pedido explicaciones al Gobierno de Canarias y le han obligado a hacer un ajuste de 170 millones. “Ustedes omitieron estos dos parámetros”, le espetó Rodríguez desde la tribuna.

Y la cara de Dávila lo dijo todo, con ese gesto de sonrisa nerviosa que se queda congelado. Glups: CC había perdido la primera pelea parlamentaria, y de nada le había servido invocar el grifo cerrado del Gobierno de Sánchez, que aún no se sabe si se está cociendo en su propia salsa o si tiene un plan perfecto ideado por su jefe de Gabinete, Iván Redondo, para ganar las próximas elecciones.

Pero la izquierda canaria ha aceptado mejor la mezcolanza que Sánchez, y comienza a trazar un relato común que no abandona la pulsión reivindicativa frente al Estado para no dejarle demasiado abierto el flanco nacionalista a CC. “Ha estado usted a la altura”, le decía Casimiro Curbelo a Ángel Víctor Torres hablándole de su gestión de los incedios, tan trasparente que ni siquiera el PP se atrevió a criticarlo demasiado, más allá de la obviedad de que hay que recuperar el cuidado del monte entre temporada y temporada de incendios y estimular la vuelta al campo. ¡A ver quién es el primero que se apunta a coger el sacho!

“No vamos a renunciar a cada euro que nos corresponde”, afirmó Román Rodríguez al hablar de las carreteras. Luis Campos, portavoz de Nueva Canarias, alabó la declaración de emergencia climática, y su compañera Esther Sánchez abandonó por un momento la Mesa del Parlamento para ejercer de ariete desde el fondo del hemiciclo -un desdoblamiento que tiene algo de Dr Jekyll y Mr Hyde – y criticar el “circo mediático, la crispación y el enfrentamiento” del último Gobierno de CC con el Ejecutivo de Sánchez. Noemí Santana le dijo al PP que estaba muy contenta de verlos tan volcados con la renta de ciudadanía, en otra época un mecanismo que estimulaba la holgazanería, según muchos liberales, pero que ahora plantean hasta en el Foro de Davos para que esto no estalle por todos lados, por eso de la desigualdad.

La crisis económica que viene estuvo en el debate: el brexit, la caída de viajeros, el enfriamiento de Alemania o la conveniencia o no de aplicar una ecotasa si el turismo decae.

El lenguaje corporal también habló: a Ángel Víctor Torres, el poder no le ha quitado un ápice de ese aire de profesor republicano. Se nota que entre Román Rodríguez y Julio Pérez hay una especie de complicidad histórica. Sebastián Franquis tenía cara de ensimismado, como si estuviera pensando en el Cabildo de Gran Canaria. En Coalición Canaria, José Miguel Barragán salía una y otra vez con el móvil en la oreja y el puro apagado en la mano, como si no hubiera perdido un ápice de poder. Y Cristina Valido parecía haber interiorizado bastante su anterior cargo de consejera de Asuntos Sociales: “Es un tanto raro preguntarle a usted”, le dijo a Noemí Santana.

Entre todas las preguntas de CC, hubo una que destacó sobre las otras, porque ni siquiera parecía hecha para atacar el nuevo Gobierno. La hizo Mario Cabrera, que siempre suena como un posible líder de CC para el futuro, más pegado al terreno y a la izquierda. “Reúnanse con el sector del tomate, que se ha desplomado en Fuerteventura”, les pedía Cabrera. Y ponía como ejemplo la Cooperativa Gran Tarajal, un símbolo del sector en la isla que camina hacia la decadencia.

“Los problemas siempre surgen cuando se negocia el presupuesto”, afirmaba un veterano socialista. Pero hay otros focos de tensión, como la rivalidad entre parte del socialismo grancanario y Nueva Canarias, o la posibilidad de un acercamiento dentro del nacionalismo que desplace las alianzas del eje izquierda-derecha. Y luego está la madre de todas las tensiones, que son unas inciertas elecciones generales el mes de noviembre que amenazan con resultados imprevisibles.

Para aguantar todo eso, habrá que beber. O comerse el pepito mexicano que hacen con salsa de aguacate en Viva María, a pocos metros del Parlamento.

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