el charco hondo

La tormenta

Consta que el Gobierno canario, en general, y la Consejería de Turismo, en particular, han reaccionado con la prontitud, diligencia e implicación debida

En apenas unos minutos el cielo, azul hasta ese momento, se tiñe de negro con nubes apocalípticas; la brisa deja de serlo para dar paso a rachas de viento que asoman con violencia, rompe a llover con la intensidad del fin del mundo y, en lo que se tarda en alcanzar un techo bajo el que ponerse a cubierto, la tormenta tropical ya ha impuesto su ley. Así, a la velocidad con la que se desatan las tormentas en el Caribe, el sector turístico ha pasado en Canarias de las vacas gordas a vernos obligados a gestionar el peor escenario de los últimos veinte o veinticinco años. La quiebra de Thomas Cook, en un contexto marcado por la recesión alemana, un brexit caótico, el debilitamiento de los mercados nórdicos, lo de Ryanair, los sustos del petróleo, la acumulación de meses con un Estado en funciones, o la lenta pero progresiva pérdida de conectividad, da forma a una tormenta tropical que amenaza la viabilidad de muchas empresas (que no tendrán músculo suficiente para sobrevivir a las deudas), y en consecuencia a la estabilidad de muchísimos puestos de trabajo directos e indirectos. Así las cosas, toca ponerse manos a la obra. De una parte, arropando (mimando) a los 30.000 turistas a los que la caída del turoperador ha cogido en las Islas; hay que hacer lo posible e imposible para que vuelvan a casa contando que lo dimos todo para hacerles la situación más llevadera. De otra, yendo de la mano, todos a una, Administraciones y agentes privados. Y, además, poniendo los cinco sentidos en definir alternativas que ayuden a apuntalarnos la conectividad y, entre otras prioridades, diseñar fórmulas que nos acerquen a otro modelo de comercialización (de cara a la campaña de invierno, si es que puede salvarse, pero sobre todo con la mirada puesta en los siguientes meses y años). Consta que el Gobierno canario, en general, y la Consejería de Turismo, en particular, han reaccionado con la prontitud, diligencia e implicación debida. Es imprescindible que todos los actores, en las Islas y en los ministerios, dimensionen la situación que se ha generado en Canarias como lo que realmente es: un asunto de Estado. Hay que constituir equipos de trabajo que gestionen lo inmediato, y que articulen el modelo que hace falta para salir de esta tormenta, de la crisis que se ha desatado sobre las Islas con la velocidad y violencia que caracteriza a las tormentas tropicales.

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