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Cuando la salud te da un susto y le echas un vistazo a la vida

El infarto que sufrió ayer el consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis, despierta reflexiones de políticos y banqueros sobre la frenética e insana vida contemporánea
Sebastián Franquis, consejero regional de Obras Públicas. se recupera en el hospital Nuestra Señora de La Candelaria. Sergio Méndez
Sebastián Franquis, consejero regional de Obras Públicas. se recupera en el hospital      Nuestra Señora de La Candelaria. Sergio Méndez
Sebastián Franquis, consejero regional de Obras Públicas. se recupera en el hospital Nuestra Señora de La Candelaria. Sergio Méndez

El infarto que ayer sufrió el consejero de Obras Públicas, Transportes y Vivienda, el socialista Sebastián Franquis, el hombre al que todo el mundo llama Chano y que controla los hilos del PSOE de Gran Canaria, sacudió ayer el Parlamento regional y provocó la suspensión del pleno. Luego todo se calmó un poco, después de saberse que Franquis había sido intervenido rápidamente y con éxito en el Hospital Nuestra Señora de La Candelaria, que estaba en la UVI y consciente, que hablaba. Cuando salió del Parlamento, tras una mañana de debate, se sintió indispuesto y acudió a un centro de salud. Después lo hospitalizaron y fue atendido con éxito. Ayer, precisamente, se celebraba el Día Mundial de la Reanimación Cardiopulmonar.

A la hora de la verdad, lo importante son las funciones vitales. Pero el día a día es frenético y casi no hay tiempo para pensarlo. Aunque ya se advertía en latín para ilustrar lo efímero de los grandes triunfos mundanos: “Sic transit gloria mundi” (Así pasa la gloria del mundo).

“Cuando ocurre una cosa así, lo primero que haces es pensar en el afectado y deseas que se recupere lo más pronto posible”, afirma la exconsejera de Asuntos Sociales y parlamentaria de Coalición Canaria, Cristina Valido. “Pero luego, cuando te dicen que esa persona ya va mejorando, empiezas a meditar en el tipo de vida que a veces llevamos, aunque no es una cosa exclusiva de la política. Pero sí es un tipo de vida con un nivel de exigencia y de competencia que probablemente provoque este tipo de sustos”. Valido, que desde 1999 hasta el pasado mayo ocupó distintos cargos políticos, en el Ayuntamiento de La Orotava, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias, afirma que la salida de Coalición Canaria del poder le ha servido para cambiar sus hábitos de vida. “Lo primero ha sido recuperar tiempo para hacer deporte. Ahora juego al tenis, al menos dos veces a la semana”.

Su vida como consejera era una sucesión de días “sin horarios”, cargados de aviones, con muy poca vida familiar. “Nunca descansas y nunca desconectas”. Asegura que ahora tiene organizada su vida, que ya no tira de un bocadillo rápido entre dos reuniones, sino que para y vuelve a casa a comer, salvo los días en los que hay pleno. “Llevo una dieta mucho más equilibrada y más sana”, afirma. Valido también menciona el sueño: “Ahora ya no tengo que tomar infusión, melatonina o dormidina”, cuenta. “Antes, con tantísima responsabilidad, era muy difícil dormir bien, llegaba muy tarde y me marchaba muy temprano. Fue una cosa que le conté a los nuevos consejeros, medio en broma, medio en serio: un mes después de dejar el Gobierno ya estaba durmiendo muchísimo mejor, sin ninguna ayuda”.

-¿Y usted fuma?
– Lo dejé hace tres años. Llegó un momento en que fui consciente de que, con el tipo de vida que llevaba, si encima fumaba como lo estaba haciendo, iba a tener problemas. Me ha costado unos kilos, pero respiro estupendamente”.

“Cuando esto ocurre, te pones en la piel de esa persona que conoces y que hace lo mismo que tú”, comenta el vicepresidente del Gobierno canario, Román Rodríguez. “Entonces te haces preguntas sobre la alimentación, el colesterol, el estrés. Porque esto es una epidemia muy común en Canarias”, afirma Rodríguez sobre un problema, el de las enfermedades cardiovasculares, que es la primera causa de mortalidad en las islas. “Pero también reflexionas sobre lo finito de la vida, que somos personas y que tenemos que vivir más y trabajar menos”.

Según Pablo Jorge, cardiólogo del Hospital Universitario de Canarias, el estrés, en sí mismo, no provoca un infarto. “No hay una relación causal directa entre el estrés y un infarto”, afirma. “Pero en una persona con varios factores de riesgo, como ser fumador, diabético o hipertenso, el estrés es mal acompañante, pues puede provocar que se rompa una placa de ateroma, se forme un coágulo y se origine un infarto”. Para Pablo Jorge, a los políticos hay que recomendarles los mismos hábitos sanos que al resto de los mortales. “Y con más razón todavía, porque llevan una vida muy sedentaria y suelen comer mucho fuera, donde la comida normalmente lleva más sal”, advierte. “El control de la dieta y el ejercicio probablemente sean menores en un político y un empresario, que además están sometidos a bastante tensión. Por eso, el estrés tiene la importancia que tiene”.

Al exbanquero Andrés Orozco, presidente provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer, le detectaron una obstrucción en una arteria en unas pruebas preventivas. “Yo que siempre estoy hablando de prevención, estaría bueno que no me hiciera este tipo de pruebas”, comenta. “Cuando me hicieron el cateterismo donde te ponen el stent y el médico me dijo que había riesgo de infarto, yo le pregunté si tenía todo preparado para sacarme adelante si me daba. Pero sobre todo me planteé muchas cosas”.

“Hasta ese momento estaba convencido de que el estrés era una disculpa para no hacer algún tipo de actividad o para evitar un cierto grado de intensidad”, reflexiona. “Uno llegaba a pensar que era un poquito de goma y que aguantaba ese ritmo alto. En mi caso profesional, porque nunca he sido un comelón ni un bebedor, y hago una actividad física moderada”. Durante el tiempo que estuvo trabajado en La Caixa, jamás comió en casa. “Un error garrafal, porque comer en casa significa comer sano, lo justo y a la hora, y no entrar en ese desorden con jornadas que iban de las 8 de la mañana a las 9 de la noche, día sí y día también. Y eso, al final, pasa factura”.

Todo eso le cambió su vida. Terminó prejubilándose un tiempo después, después de un par de intentos fallidos, pero al final se lo permitieron sus jefes. “Y ahora estoy metido en cuatro historias: una, la personal, ahora tengo vida y manejo el tiempo, que dedico a mi familia y a mí . Otra, a un tema agrario con mis hermanos. Luego, el Consejo Social de la ULL. Y la lucha contra el cáncer. Cuatro actividades que me aportan un montón”.

Unos mareos peculiares de origen desconocido que sometieron al senador del PP Antonio Alarcó a varias pruebas lo llevaron a aminorar el ritmo vital. “La vida política actual es muy intensa y bastante tóxica, y hay que tener mucho cuidado con la salud”, afirma. “Es fundamental saber que uno no es imprescindible y que la enfernedad es individual e intransferible”. Dice Alarcó que es una persona saludable, que su única adicción ha sido trabajar constantemente, como médico, como profesor, como político, porque le gusta mucho hacerlo. “Pero claro que he cambiado cosas, sería una irresponsabilidad no hacerlo. Primero estuve un mes recuperándome. He bajado de peso, estoy comiendo de manera bastante saludable y haciendo deporte, nadando, caminando más. Los sustos no avisan, hay que ser muy conscientes”.

Según Pablo Jorge, a toda persona con un infarto se le recomienda un reposo absoluto en las primeras semanas, y luego un reposo relativo. “Aunque ese tiempo depende, sobre todo, del grado de afectación del infarto o el tipo de enfermedad cardiovascular”, Ahí entran en juego cuestiones como el tiempo que se tardó en atender el infarto o si hay patologías en otras arterias que no están infartadas pero que también hay que tratar, aunque no sea con stent. “Una persona con un infarto sencillo al que se le pone rápidamente un stent puede estar prácticamente recuperada en un mes, pero es aconsejable que abandone situaciones estresantes durante un periodo de tiempo”, afirma Jorge.

“Para nada es conveniente que, tras un episodio así, un político esté reincorporado a la semana siguiente”. De hecho, Jorge recomienda, sí o sí, combinar la recuperación con un proceso de rehabilitación cardiaca, que influye positivamente en el pronóstico. “Se educa a la persona que ha sufrido el infarto en qué debe y qué no debe hacer, se le enseñan unos ejercicios. Es un programa de ocho semanas que se puede compatibilizar con la actividad laboral”.

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