el charco hondo

Felicidades, Inés

Si yo fuera Inés Arrimadas me habría limitado a informar sobre mi embarazo con un comunicado escueto, sobrio. Si yo fuese ella, habría pedido a los responsables de prensa que emitieran esa nota indicando que en comparecencias, entrevistas o actos del partido las preguntas continuaran siendo de contenido estrictamente político, dejando un acontecimiento tan feliz como personal debidamente resguardado en el ámbito más privado y familiar. A Inés Arrimadas no se le pregunta, entrevista o pide valoraciones como madre, sino como candidata. Su presencia en platós o eventos electorales no obedece a su condición de hija, pareja, sobrina, hermana o, en este caso, inminente madre. Y no, en modo alguno resulta sencillo opinar sobre la enorme repercusión, presencia y proyección que Ciudadanos -con consentimiento de la candidata- está procurándole a su próxima maternidad. Y no, no es fácil abordarlo porque, al menos para quienes consideramos que algo tan íntimo merece mantenerse bien lejos de los guiones o relatos electorales, lo deseable es no pronunciarse sobre algo así, entre otras cosas porque lo que querríamos es que un embarazo no acabe siendo asunto que se agite de esa manera -con escaso tacto- en días de campaña. Ojalá el hijo de Inés Arrimadas se hubiera mantenido a años luz de la música electoral, pero no ha sido así, de ahí estas líneas, que nunca habrían sido escritas si la candidata de Cs hubiera optado por informar sobre su embarazo con un comunicado breve, escueto, sobrio. No lo ha querido así. Ciudadanos ha inundado las redes con referencias a un asunto personal que Inés Arrimadas ha permitido que deje de serlo, hasta el punto de dar por bueno que su embarazo sea colocado en lo alto de la agenda de estos días, o que Cs la felicite habilitando, en la fachada del edificio donde tiene su sede el partido, una pantalla de LED en la que acompañado por la cara sonrojada de un bebé y corazones con las banderas de España y Cataluña puede leerse, en mayúsculas, Felicidades, Inés. Precisamente por el infinito respeto que le tengo a las esferas, situaciones o acontecimientos personales, me genera una enorme incomodidad formular la siguiente pregunta, ¿la felicitarían habilitando una pantalla si no estuviéramos sumergidos en plena campaña electoral? La pregunta se responde sola. Si yo fuese Inés Arrimadas no lo habría permitido, no me lo habría permitido.

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