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Hablemos del tiempo

Los meteorólogos hablan de lluvias torrenciales, incluso en Canarias. Pero hasta el momento en que escribo no se han producido y la gente se sigue quejando de falta de agüita. Es verdad eso de que nunca llueve a gusto de todos. Es una verdad como un templo. El Gobierno de Sánchez, en su gran sabiduría, programó el traslado del viejo general para estos días de lluvia, justo cuando los helicópteros tienen dificultades para volar. Y Torra y sus secuaces aprovechan estos días grises, en los que su muchachada no sale a la calle porque huye del agua como los gatos, para reivindicar de nuevo su separación de España. Con dos cojones. Estos están haciendo oposiciones a entrar, como los otros, en la mazmorra. Mientras aquí esperamos la lluvia, a Franco le va a entrar el fresquito y a los políticos catalonios les han sobrevenido las ganas de ir al talego, donde están los demás esperemos que el tiempo suficiente para que se les bajen los humos, de acuerdo con sus sentencias. Es verdad, repito, que nunca llueve a gusto de todos, pero el mejor antídoto contra los gamberros es el agua, así que me alegro de que llueva en Cataluña y de que se mojen en lo posible los agitadores, desde Torra a los del chándal. Dicen que este próximo fin de semana habrá más algarada callejera en las calles catalanas, eso se anuncia. Esperemos que los agoreros se equivoquen, como los meteorólogos, que en España casi nunca aciertan. Tenemos un país en el que las improvisaciones resultan ser otro atractivo turístico. Aunque a mí me cuesta ver a Torra como un paisaje, sino más bien como un inconsciente que arrastra a los suyos al desastre. No hay más que verle la cara para darse uno cuenta de que le falta un agua. ¿O son pipas a la hora?

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