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La chirigota de Cuelgamuros

Una vez matrimoniada Carmen Calvo, por error de un reportero, con el general Franco, hablemos de la comitiva. La policía de los tiempos modernos forcejea con la familia en Mingorrubio por un quítame allá ese bolígrafo/espía; la ministra de Justicia, muy digna, sin dirigir ni recibir la palabra de la antañazo primera familia; los reyes eméritos almorzando con Simeón y Margarita de Bulgaria -Simeón ha sido rey y primer ministro de su país, además de propietario de la urbanización Tabaiba- en un restaurante de Madrid; Pedro Sánchez visitando la lápida de las rosas, que no sé si eran trece o quince; el país absolutamente indiferente; y yo reuniendo para pagar a Hacienda el día 5 de noviembre, porque a pesar de ser jubileta me da la cosa de la renta positiva. Esto es lo que se llama la España plural. Una universidad catalana, creo que la de Gerona, amnistiando académicamente a los estudiantes más revoltosos (concediéndoles prebendas); Torra, con cara de tonel colorado; y los presos del procés haciendo las maletas para salir cagando leches de Lledoners. Esta, señoras y señores, es la crónica de España, mientras Europa se debate entre su ser o no existir y la crisis económica –digan lo que digan- acecha tras la esquina de la manzana, aunque las manzanas no tendrían por qué tener esquinas. Lo de Cuelgamuros fue una chirigota, eso sí, muy bien organizada porque en el fondo fue un traslado militar: helicóptero militar, Guardia Civil (que es militar) y un montón de militares jubilados, más personal civil, aclamando a su líder. Estaban hasta Tejero y su hijo cura, cura de sotana. ¿Por qué no? Unos rompen la cabeza a un policía en Barcelona y otros se manifiestan por Franco. Por todo eso, España es diferente. En realidad, Fraga era el más listo: hasta dio la nota disparándole en el culo a Carmencita Franco.

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