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¿Se casó, por fin, Franco con Carmen Calvo?

Un reportero de TVE, un tal Pons, ha dicho en la tele que Franco descansará en Mingorrubio, en un “mausuleo” (así mismo), en el que yacen los restos de su esposa, ¡Carmen Calvo! Vaya vista que tiene el tío y vaya conocimiento de la historia. Lo del “mausuleo” pase, porque cualquiera tiene un lapsus linguae, pero confundir a doña Carmen Collares con la vicepresidenta del Gobierno y fiel defensora del traslado fúnebre, Carmen Calvo, manda huevos. Aunque, puestos a ver, la señora Collares era bastante más estirada, alta y elegante que el tapón gubernamental, aunque hay que reconocer que la Calvo, que se sepa, no va por las joyerías sembrando el terror entre sus propietarios. Menos mal, aunque yo, a fuerza de escuchar mentiras que se convierten en verdades, no sé si la leyenda de la Collares era verdad u otra fake new. Total, que el tal Pons, que seguramente no había nacido cuando Franco vivía, se armó tremendo lío en su crónica televisiva. El problema de estos niños es que hablan de Franco sin haber conocido sus idas y venidas sino de oídas, porque estudiar estudian poco. En las transmisiones de los desórdenes de Barcelona he escuchado tantas patadas al lenguaje y tantas agresiones a la historia que estoy asustado. Las facultades de periodismo no sirven para nada y eso que ayudé a crear una, que creo que ha cerrado o que ahora es compartida. No me hagan caso, no estoy al tanto de estas cosas. Lo cierto es que Pons, el Tribulete, ha casado en un plis plas a Carmen Calvo con Franco, sin encomendarse a Dios ni al diablo. Vaya disgusto para la conspicua vicepresidenta, la pizpireta que usa Pedro Sánchez para vapulear la figura del dictador cada vez que tiene ocasión. Como tiene que ser.

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