el charco hondo

Otra teoría sobre los 155

El abrazo que ayer se dieron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tiene una explicación posible en las urgencias de quien, presidente en funciones, sabe que si el bloqueo persiste no podrá ser candidato en las siguientes elecciones. Ahora es Sánchez el que juega con el reloj pisándole los talones. Esta vez el presidente en funciones negocia consciente de que para él no habría tercera vuelta. Idénticos mimbres protagonizan una realidad, la suya, bien distinta. Si no logra articular una mayoría que facilite su investidura no estará en condiciones de repetir como candidato del PSOE. Los socialistas no podrían ir a las urnas con él como cartel. Sabe Sánchez que si esta vez tampoco hay acuerdo tendría que abandonar para dar paso a otro u otra. Así se explica que horas después de cerrar los colegios electorales no quede rastro del insomnio que atormentaba al presidente. El tiempo que le sobraba en verano le falta en otoño. En verano negociaba con el calendario, ahora lo hace contra el calendario, sintiendo su aliento en la nuca, sabiendo que se le han acabado las prórrogas porque ha agotado el comodín del público. Sánchez ha firmado con Iglesias para que en las afueras del partido, pero también puertas adentro, se dejara de ronronear sobre su gatillazo electoral. Sabe que metió la pata. Se equivocó. Debió evitar la repetición electoral, y la mejor manera de que se deje de hablar de su patinazo era desplazarlo con un acuerdo relámpago, claramente insuficiente para gobernar pero más que suficiente para calmar momentánea pero eficazmente los ánimos. El presidente no podía permitirse que pasaran las semanas sin que nada pasara. No está en condiciones de provocar que estos días se parezcan a los anteriores. Sánchez ha abrazado a Pablo Iglesias para que parezca que esta vez es diferente. El camino que lo sigue separando de los ciento setenta y seis escaños es bien largo. Poco importa ahora que el mismo PP que el lunes se descartó ahora lamente no haber sido llamado. Quienes desde ayer suman 155 escaños puede que acaben contando con ERC, e iniciar de esa forma un capítulo diferente respecto a Cataluña que aleje la sombra de la aplicación del artículo 155. La derecha -extrema o no- montará en cólera si entra en escena ERC, pero si Sánchez logra que eche a andar una mayoría de gobierno será la izquierda, y no otros, la que gestione los tiempos.

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