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¿Qué nos pasa?

Como comprenderán quienes me conocen, me invade una profunda tristeza por la muerte de Ignacio González Martín. Era mi amigo. También comprenderán que tenga mi propia opinión de este deceso, aunque no tenga derecho a romper la neutralidad debida y la prudencia solicitada. Ya dije ayer, en un obituario escrito deprisa, que siempre que lo necesité encontré su apoyo y su consejo. Hace tiempo que en España, vivimos peligrosamente. Está todo cuestionado: la honradez de quienes nos gobiernan, la actuación general de la justicia, la convivencia, el sentido común, la rectitud de unos y de otros, la compasión, la misericordia. Parecemos vivir entre las ruinas de nuestro propio país y nos pasamos el tiempo vanagloriándonos de nuestra democracia y de nuestra libertad, que probablemente tenemos desenfocadas. Ahora mismo seguimos sin Gobierno y es probable que pase mucho tiempo antes de tenerlo, porque la solución que se propone no es buena, nada buena. Tenemos una región -Cataluña- en llamas y con la espoleta de la granada a medio activar. Ni Rajoy, ni Sánchez, ni nadie, han sido capaces de aportar un poco de optimismo a esta malhadada nación, que se muere lentamente. A la hora de discutir, somos irracionales. Unamuno se refirió al sentimiento trágico de la vida y es ese mismo sentimiento del rector de Salamanca el que me invade a mí; o, si quieren, aquella tristeza sobre un caballo blanco de Alfonso García-Ramos. ¿Qué nos pasa, que todo nos sale mal, que mueren en la cárcel los amigos, que España se rompe poco a poco, que no hay caridad, ni tregua, por parte de la justicia, de los políticos, de la propia gente corriente? ¿En qué nos hemos convertido, en monstruos? Yo no sé si este sentimiento es compartido por ustedes, pero yo lo tengo y lo expongo. Quizá no sea mi mejor momento, lo admito.

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